-
- - Pero
si son las siete y cuarto de la mañana, Venancio. Toma un poco de agua, te
refrescará. Es pronto, duérmete.
- - No
quiero dormir, tengo una eternidad para hacerlo. Quiero coñac, mujer… ¿Qué más
te da? El resultado va a ser el mismo… ¿Ha amanecido?
- - Comienza
a clarear.
- - Incorpórame
un poco, lo quiero ver, ah, y abre la ventana- Carmen suspira y hace lo que
Venancio la pide. Llena dos copas de coñac y enciende un cigarrillo.
- - Hoy
estamos de fiesta, Carmen- trata de mirar el perfil de su chica, así la ha
llamado siempre-… dame una calada- mientras aspira, tose y vuelve a dar otra
calada, agudiza la mirada…-Esto ya es el fin, Carmen, me encuentro de puta
madre. Lo leí en no sé dónde que, cuando uno va a estirar la pata,
incomprensiblemente mejora, incluso, recupera la lucidez y yo ahora te volvería
a hacer el amor si no fuera por estos cables que me han colocado, ¿por qué no
los arrancas? Seamos transgresores como cuando éramos jóvenes. Total. Con ellos
voy a vivir media hora más, sin ellos voy a morir en la gloria. Carmen…
Carmen
le mira, su fiel compañero desde hace treinta y un años, “¿Qué voy a hacer sin
ti?”, piensa mientras reprime una lágrima.
- - Venancio
me hubiera gustado casarme contigo y vestirme de novia.
- - ¿Ya
estamos? Eso jamás. Somos pareja de hecho y pensión de viuda tendrás. ¡Ah! y
nada de funeral ni meterme en una iglesia, soy del partido comunista,
recuérdaselo a mi madre.
- - Animal
y cabezota hasta que te mueras… Venancio sigo enamorada de ti, me has hecho muy
feliz, que lo sepas.
- - Anda,
quítame estas mierdas de los brazos y ayúdame a levantarme. Veamos juntos el
último amanecer.
- - Como
vengan nuestros hijos me matan, Venancio-pero Carmen ya le está quitando los
cables. Luego pasa sus brazos por el cuerpo de Venancio y en dos pasos están
sentados en el sofá.
- - A
los hijos que les den por el culo, ¿no hacen ellos su vida? Pues tu y yo la
nuestra… Carmen, vuélvete a casar, eres muy joven aún… ¿Eso es la luna? Lo veo
un poco borroso?
- - Sí,
y el sol está naciendo a la izquierda… Haré lo que me dé la gana, hasta
muriéndote estás mandando- Carmen apoya la cabeza en el pecho de Venancio,
huele a medicinas.
- - Dame
un beso- ella se vuelve y posa sus labios dulcemente sobre los de Venancio. Él
la besa largamente-… Te quiero, Carmen, ¿sabes? La vida junto a ti me ha sabido
a poco. Me hubiera gustado estar más tiempo y volver a las rocas y soñar.
- - Y
a mí, mi amor y a mí...
La luz
del día ha llegado. Carmen ha dejado de escuchar la respiración de Venancio. Se
incorpora. Ve una sonrisa de felicidad en su rostro y muy suavemente le cierra
los ojos. Levanta el brazo derecho, cierra el puño y dice:
-
¡Hasta
siempre, compañero!
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