lunes, 22 de octubre de 2018

LA DESPEDIDA



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 - Carmen, tengo los labios resecos. Dame un poco coñac
-          - Pero si son las siete y cuarto de la mañana, Venancio. Toma un poco de agua, te refrescará. Es pronto, duérmete.
-          - No quiero dormir, tengo una eternidad para hacerlo. Quiero coñac, mujer… ¿Qué más te da? El resultado va a ser el mismo… ¿Ha amanecido?
-          - Comienza a clarear.
-         -  Incorpórame un poco, lo quiero ver, ah, y abre la ventana- Carmen suspira y hace lo que Venancio la pide. Llena dos copas de coñac y enciende un cigarrillo.
-          - Hoy estamos de fiesta, Carmen- trata de mirar el perfil de su chica, así la ha llamado siempre-… dame una calada- mientras aspira, tose y vuelve a dar otra calada, agudiza la mirada…-Esto ya es el fin, Carmen, me encuentro de puta madre. Lo leí en no sé dónde que, cuando uno va a estirar la pata, incomprensiblemente mejora, incluso, recupera la lucidez y yo ahora te volvería a hacer el amor si no fuera por estos cables que me han colocado, ¿por qué no los arrancas? Seamos transgresores como cuando éramos jóvenes. Total. Con ellos voy a vivir media hora más, sin ellos voy a morir en la gloria. Carmen…

Carmen le mira, su fiel compañero desde hace treinta y un años, “¿Qué voy a hacer sin ti?”, piensa mientras reprime una lágrima.

-          - Venancio me hubiera gustado casarme contigo y vestirme de novia.
-          - ¿Ya estamos? Eso jamás. Somos pareja de hecho y pensión de viuda tendrás. ¡Ah! y nada de funeral ni meterme en una iglesia, soy del partido comunista, recuérdaselo a mi madre.
-          - Animal y cabezota hasta que te mueras… Venancio sigo enamorada de ti, me has hecho muy feliz, que lo sepas.
-          - Anda, quítame estas mierdas de los brazos y ayúdame a levantarme. Veamos juntos el último amanecer.
-          - Como vengan nuestros hijos me matan, Venancio-pero Carmen ya le está quitando los cables. Luego pasa sus brazos por el cuerpo de Venancio y en dos pasos están sentados en el sofá.
-          - A los hijos que les den por el culo, ¿no hacen ellos su vida? Pues tu y yo la nuestra… Carmen, vuélvete a casar, eres muy joven aún… ¿Eso es la luna? Lo veo un poco borroso?
-          - Sí, y el sol está naciendo a la izquierda… Haré lo que me dé la gana, hasta muriéndote estás mandando- Carmen apoya la cabeza en el pecho de Venancio, huele a medicinas.
-          - Dame un beso- ella se vuelve y posa sus labios dulcemente sobre los de Venancio. Él la besa largamente-… Te quiero, Carmen, ¿sabes? La vida junto a ti me ha sabido a poco. Me hubiera gustado estar más tiempo y volver a las rocas y soñar.
-          - Y a mí, mi amor y a mí...

La luz del día ha llegado. Carmen ha dejado de escuchar la respiración de Venancio. Se incorpora. Ve una sonrisa de felicidad en su rostro y muy suavemente le cierra los ojos. Levanta el brazo derecho, cierra el puño y dice:

-          ¡Hasta siempre, compañero!

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