“¿Quién
no tiene un fantasma en su armario?” Se preguntó Almudena mientras buscaba su
vestido de seda azul para una fiesta que no deseaba ir. No conocía a nadie, no
era amiga de saraos sino de una vida apartada y simple, con sus manías,
rutinas, y recuerdos que cada vez pesaban más.
Sin
embargo, el trabajo de Paco, la obligaba una y otra vez a estar expuesta en un
escaparate donde saludaba, sonreía y escuchaba, no más. ¿Qué tenía en común con
ese mundo? Absolutamente nada. Claro que tampoco con Paco y ahí lleva con
él más de quince años entretanto su gran amor, Manolo, yacía colgado en una
percha en el fondo de su armario.
Aún, después de casi dos décadas se
pregunta por qué se decantó por el equivocado y no por el que de verdad amaba.
El dinero, el puñetero y vil metal. Uno era un soñador sin oficio ni beneficio.
A Manolo le conoció en la universidad. Acabó con buenas notas, hizo oposiciones
y se fue a dar clase a Soria. Amaba la literatura y escribir, y ella ni Soria,
ni literatura ni escritura, pero estaba enamorada de él, casi desde el instante
que se topó con Manolo en un pasillo de la universidad… Sus ojos, la dulzura de
su voz, su galantería…
Paco,
rico por su casa. Lo suyo no era estudiar pero sí los negocios y ella, harta de
estrecheces, de trabajar y estudiar a la vez, de llevar el mismo vestido una y
otra vez pues…
Costó que la familia de Paco aceptara a Almudena pues ni apellido ni dinero, solo su simpatía y belleza. Una boda bonita que rezumó amor, por parte de él, ella ponía la felicidad de abandonar la miseria, pero esto nadie lo supo.
Costó que la familia de Paco aceptara a Almudena pues ni apellido ni dinero, solo su simpatía y belleza. Una boda bonita que rezumó amor, por parte de él, ella ponía la felicidad de abandonar la miseria, pero esto nadie lo supo.
-Paco,
¿seguro que hace falta que vaya yo hoy a esa fiesta?
-Sí, pesada, hoy te lo pasarás bien. Es la entrega de unos premios literarios que patrocina la empresa.
-Sí, pesada, hoy te lo pasarás bien. Es la entrega de unos premios literarios que patrocina la empresa.
Y allá
está Almudena con su vestido de seda azul bebiendo cava y aplaudiendo a los
premiados.
-Y el primer premio es para un escritor audaz, fiel a sus letras, Manuel Hormigosa Fernández.
-Y el primer premio es para un escritor audaz, fiel a sus letras, Manuel Hormigosa Fernández.
A
Almudena se le ha parado el corazón y su vista está clavada en el hombre
premiado. Él agradece con palabras suaves mientras su mirada reposa en el
caudal de deseos que encierran los ojos de Almudena.
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