domingo, 14 de junio de 2009

LA MUJER DEL CORSÉ INVISIBLE

Ella, era una mujer de las de antes; de ésas que llevan en el ojal de la chaqueta prendidos silencios y renuncias. Nunca la veías con un mal gesto, ni siquiera una mueca de fastidio. Su dulzura traspasaba los límites de lo incierto y se entrega a los demás sin falsas objeciones.
Amante del arte, de la cultura que se esconde entre las líneas de un libro, y en la novela de moda donde yacían sueños jamás descubiertos.
Su charla era pausada, amena y certera; sin duda, tenía una mente brillante aunque su humilde porte no dejaba entrever lo que en sus entrañas se cocía.
Se casó porque todas las mujeres de su generación lo hacían, ella no iba a ser menos, y entregó lo que se suponía que debía de dar: su virginidad, su persona…, su libertad.
Nadie dudó que su vida sería un éxito como así fue. Cualquier papel, de ama de casa, madre y esposa, lo bordó. Su marido la exhibía como el trofeo más preciado y ella no dejaba de sonreír con su sonrisa de Mona Lisa.
Siempre tan acorde con el momento y la situación… Vestía con rigor y sencillez. Una leve elegancia envolvía cada movimiento que surgía de su cuerpo menudo, delgado, bello. Sus ojos eran dos hojas de otoño enmarcadas en un rostro de perfil griego, boca chiquita y una frondosa selva de pelo negro que caía suavemente por sus hombros como la lluvia de primavera.
… Y así pasaron los años: pañales, estudios, crianzas, ausencias y su piel se fue marchitando. Una mañana de un templado febrero se miró al espejo y no se reconoció. ¿Quién era esa mujer que se presentaba delante de su espejo con ese corsé invisible?
No, no era ella porque Laura tenía una chispa encendida en su corazón. Insinuante y sensual que gustaba de volar, amar y ser real. Sin embargo, la mujer del espejo se la antojaba seca, comprimida, artificial.
Tanto impacto la produjo el descubrimiento de la mujer del corsé invisible que la seguía a todas partes, que se movía con la fuerza del huracán ahogando a la pobre Laura…, apenas ya tenía aire en sus pulmones por culpa de aquella mujer que, aún sin espejo, la presentía a su vera.
Dejó de hacer las camas, de pasar el plumero, de hacer la comida; se vistió y salió corriendo del castillo de naipes.
Se precipitó al banco, sacó dinero y huyó a la estación de trenes; se montó en el primero que pasó.
… De aquello, han pasado dos años, no se supo más de Laura; se la tragó la tierra, o tal vez las entrañas del infinito.
Hoy Manuel, el esposo abandonado, está leyendo el periódico en una terraza de Marbella; es verano, cae la tarde y es delicioso el rumor del mar al llegar a puerto. Un leve perfume le ha revuelto su concentración. Levanta la vista en busca de algo. No encuentra nada hasta que choca con una sombrilla, tres mesas a la izquierda de la suya. Está sentada una mujer con la cabeza hacia tras; la postura no puede ser más insinuante. Está fumado, tomándose una copa y presiente la mirada de un extraño. Se vuelve y le mira con unos ojos del color de las hojas de otoño; le sonría y se gira hacia otro lado.
Manuel ha sentido un pellizco en sus adentros…, le ha recordado tanto a Laura. Pero no, Laura era su esposa, de esas mujeres de las de antes. En cambio, la mujer de la sombrilla es de las de hoy. No lleva corsé, es simplemente una mujer que rema su propia vida.
Manuel, ladea la cabeza en afán de despreciar esos pensamientos locos. Saca unas monedas del pantalón. Paga y se va, no sin antes volver a mirar a la mujer… Le recuerda tanto a Laura, tanto…

9 comentarios:

ESENCIA DE MUJER dijo...

Muchas mujeres se sentiran identificadas con este relato.
Muy dichosas aquellas que han logrado darse cuenta a tiempo... que su corsè, elegido a veces, impuesto otras, le quitaba hasta el aire para respirar.

Este relato me ha recordado a alguien, pues podrìa hacer un comentario para cada pàrrafo que haz escrito...

Realmente me ha gustado mucho.
Besos.
Marìa Laura.

Zayi Hernández dijo...

hermoso...me leí de a ratos...
besitos.

José Luis López Recio dijo...

Precioso retrato de una mujer de las de antes que como todas las mujeres h tenido sobrada inteligencia para evolucionar.
Saludos

Perlita dijo...

Lo dices como si estuviérames viéndolo, Mª Angeles...Hay que resignarse y saber que el tiempo pasa inexorablemente...
Besos.

VIVIR dijo...

Me has recordado a una GRAN MUJER... una de ellas... porque el mundo esta lleno de grandes mujeres...

No se que seria el mundo sin las mujeres... a pesar de todo lo que se diga, incluso la critica de ellas mismas...


Dios hizo a la mujer y dijo... ¡Ahi queda eso!!!


Un beso reina mia...

Juan Escribano Valero dijo...

Hola María de los Ángeles: Magnífico relato. Yo pienso qua hay que evolucionar para estar de acuerdo con la actualidad pero se puede evolucionar juntos la mujer y el hombre relizando un pryecto en comun que suele ser casi siempre los hijos, al menos en mi caso.
Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

No creo que ninguna mujer nazca para ser madre y esposa. No creo en esos roles. Una mujer nace para ser feliz, igual que cualquier ser humano. Debemos acabar ya con este tipo de pensamientos, porque luego pasa lo que pasa, vidas arruinadas y corazones rotos. Sea como sea, el texto está genial, porque es de lo más real. Me gusta enfrentarme a la realidad. La vida no es un cuento de hadas. Un beso fuerte y por cierto, los chicos sólo me gustan como amigos, así que en mi caso, no metiste la pata. Je, je, je. Lo que busco es una buena chica. A cuidarse.

calamanda dijo...

Estimada amiga.Bonito texto y
real...pero como ya pasó no hace
mucho...lo volveré a leer...

Se me ocurre este fragmento:

"Sentado en la desolación.
La mirada perdida entre las manos.
La luz de la tarde indiferente a
la sombra
que arranca al cuerpo inmóvil."

( Álvaro Quintero Mejía)

Un fuerte abrazo.

José Luis López Recio dijo...

Hola, paso para decirte que ya me han admitido en el concurso de 20 minutos, te he hecho caso.
Un abrazo.
Me gusta muchola foto que has puesto en la portada.