sábado, 27 de febrero de 2010

SOL ARDIENTE DE JUNIO

… He vuelto a soñar contigo. ¿Sabes? Es duro despertarse y que no estés, que todo sea fruto de lo inexplicable. Sin embargo, deseo que la luz se esfume para tenerte de nuevo en mis brazos.
¡Me siento tan solo!, que quisiera que esto ya terminara y estar de nuevo juntos. Pero sé que no depende de nosotros, ni siquiera nadie nos puede ayudar, ¿verdad?
Tú me ves, me ves cada instante de este cúmulo de tiempo que llevamos encerrados aquí. Sin embargo, yo he de imaginarte aunque te escucho y siento tus dedos suaves acercarse a mí con temor, no a despertar un sueño que no tiene fin, sino a… ¿A qué, Ana, a qué…?
Dicen que hablar a los ausentes no lleva a ningún lado, pero tú sigues susurrándome palabras de amor, complicidad. Te interrumpes cuando oyes pasos para que no te insistan que no hay nada que hacer sino esperar. Y cuando de nuevo te sientes sola vuelves pertinaz a tu causa.
Te deseo aunque no pueda decírtelo, te imagino bajo aquel sol de junio, sensual, ardiente, perdida en mi boca… ¿Recuerdas? El mar vestía de plata bajo aquellos rayos y tú dormías enredada en la brisa marina hasta que llegó el agua a tus pies y te encogiste en la arena, estiraste lo brazos buscándome hasta que tus dedos toparon con mi pecho sudoroso. ¿Volverá aquello alguna vez, Ana?… Ayer te fundiste en el perfume que me gusta y te acercaste temblorosa a mí; me excité.
Hay veces que me veo andando por los campos de amapolas, los que están detrás de casa, ya sabes, y me siento tan libre como si mi horizonte no tuviera paredes, el aire liviano de primera hora de la mañana restregándose contra mi rostro y las amapolas bamboleándose en mi alrededor, ¡es tan hermosa la sensación, Ana!. Sin embargo hay un momento en que escucho una campana, levanto la vista y veo la espadaña de San Martín ceñida de gris, rehúyo la visión, pero cuando bajo la vista las amapolas ya no son amapolas sino sangre y mi moto empotrada en el viejo roble. Entonces se me saltan las lágrimas y tú con ternura infinita me vas secando una a una… Si no fuera por tu voz que me saca de este abismo, Ana, hace tiempo que hubiera tirado la toalla. Sin embargo ahí estás tú haciendo caso omiso a esos extraños que te emborrachan de una verborrea que no entiendes, que no comprendo yo tampoco.
El otro día ellos volvieron, son como una pesadilla que increpa a mi oscuridad permanente, te hicieron llorar, sentí tu llanto y, cuando al fin desaparecieron, te tiraste sobre mí sollozando sin parar y pidiéndome que no me fuera… Sabes que si tú estás a mi lado, aguantaré hasta que se esfumen las fuerzas del mal.
…¿Es ya verano, Ana? Esta mañana he notado sobre mi cara un calor especial, tuve la certeza de que habías abierto la ventana, el aire era caliente, pero puro; arrastro ese aroma a medicina… Y escuché unos trinos, ¿de dónde venían? He querido sonreír, pero no he podido.
Y esta tarde, sin tu respuesta, he sabido que ya era junio, ¡menuda tormenta se ha preparado! Has vuelto a abrir la ventana y me has dicho “Llueve, Manuel, llueve como a ti te gusta”… Pero de repente se ha abierto la puerta y la pesadilla ha vuelto. Me he quedado quieto, concentrado, expectante. Tú te has roto en un grito desgarrador, seco. Después se ha hecho el silencio, te has agachado hacia mí y me has susurrado “Mi amor es la hora, te querré siempre”. Me ha sonado como a despedida, ¿qué es lo que pasa Ana? Dímelo, ¿no me estarán desconectando, verdad? Ana no quiero morir. Estoy vivo, siento, no me puedo mover, no puedo despertar, pero sé que un día lo lograré, lo sé, lo sé. Diles que estoy vivo, que yo siento, oigo, huelo… No me llega el aire… ¿Ana? ¿Por qué me queréis matar? No soy un vegetal, tengo fuerzas para seguir… Diles que no lo hagan.
Ana, Ana, te quier…______________________________________

5 comentarios:

MarianGardi dijo...

Bonito relato, seguramente sacado de un caso real.
Mi 1° Novela, sin publicar, habla de una viuda, que se comunica con su marido y lo siente vivo.
Cuando ha habido un amor si no ideal, muy cerca del ideal, con mucha compenetración y complicidad, cuando uno de los dos se va, el otro lo acoge en su corazón hasta el resto de su vida y vive de su recuerdo.
El amor nunca muere se transpasa, transforma y transmuta O transfigura.
Un fuerte beso

Juan Antonio dijo...

Creo que el respeto a la vida es el mayor de los respetos.Y pienso que hay que llevarlo hasta sus ultimas consecuencias.
Besos

José Ignacio Lacucebe dijo...

Hermoso y fantasmagórico.
Tierno y compartido.
Tu relato es una inmersión muy significativa a un mundo que desconocemos y que mal denominamos de forma superficial como "vegetal".
Los vegetales sienten, la ciencia nos lo demuestra.
Me angustia el final que propones.
Un saludo

misticaluz dijo...

hola! Después de casi dos meses de ausencia por motivos laborales, ahora con más dedicación y tranqulidad, paso a saludar y ver actualizaciones.

Siempre un placer pasar a leerte, con mis mejores deseos de serenidad, recibe un relajante y cálido abrazo para tu ser.

Beatriz

PD: Preciosa música...sensual y muy sugerente..

Lucía Castillo Gil y Marcos Soriano Covarsí dijo...

La fotografía que se incluye en esta entrada es propiedad de Marcos Soriano y Lucía Castillo del blog http://remontando-el-vuelo.blogspot.com.es/ y está sujeta a licencia Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España de Creative Commons, lo cual significa que puedes usarla siempre y cuando cites la fuente, tampoco es tan difícil.
Saludos