Te conocí en algún lugar que no recuerdo. Tu cara
menuda, aquel gesto tan tuyo de esconder la cabeza por vergüenza, el rascarte
la sien izquierda convulsivamente. Tu lengua mojando tus labios resecos de
palabras. Tus manos de dedos afilados juntándose para sentir la valentía que te
faltaba. Aquel pelo lacio de un trigo descolorido. ¿Y la nariz? Tan chiquita
como tú misma, respiraba a trompicones.
Sí recuerdo el calor, caía como un centauro sobre
nosotros y sin embargo tú llevabas chaqueta; temblabas de frío. Te miraba y te
miraba, había algo en ti que se me escapaba. Tu mirada huidiza me clamaba pero
no sabía el qué.
El grupo comenzó a charlar animadamente y sé que
escuchabas. A veces te asombrabas, otras reías y muchas te evaporabas hasta
que, sin darte cuenta, tu piel se desnudó; te quitaste la chaqueta y mis ojos
acusaron el dolor.
Rasguños de cicatriz, moratones recientes; no pude
seguir, habías pillado mis ojos grapados a tu piel.
Corriste a buscar tu chaqueta, te la pusiste del
revés y te levantaste precipitadamente. Corrí tras de ti hasta alcanzar uno de
tus brazos; paraste. No por mi fuerza sino por el tormento de mis dedos en tu
piel. Entonces vi tus ojos, tus ojos llenos de nubes. Luego llegó la tormenta.
Palabras mudas, silencios y así fui desgranando tu
triste realidad… A veces es tan duro ser mujer que no hay valentía posible para
ciertas realidades.
Te acuné en mi pecho, no tenía práctica, pero tú
te dejaste porque de mujer a mujer hay algo invisible que une.
No pudiste superar el miedo. Esa misma noche, el amor
rabioso, el amor celoso, el amor que destruye…, te fulminó.
Vi tu historia negra en el periódico y aún me
pregunto, ¿qué pude hacer por ti y no hice?
6 comentarios:
Por mí puedes pagar impuestos. Creo que ya lo hiciste. Gracias.
Besos de Reina
Y si te sobra una chaqueta nueva, pásamela por favor. Me gustan de gamuza. Un abrazo.
Queda mucho camino por reecorrer, pero por lo menos ya se ha dado el primer paso de una ccncienciación que faltaba.
Muy bien contado.
Existe tanto dolor y tanta oscuridad, que muchas veces el dar paso a la luz, se hace lento.
Buen relato, con muchas profundidad y colmado de realidad.
un abrazo.
Mi muy querida Ma. Angeles :
Creo que llegar a casa no con la chaqueta, sino con los calzoncillos al revés, da más de una sorpresa.
Me encanta visitar tu blog.
Incluso las cosas tristes las cuentas con una delicadeza exquisita.
Un abrazo afectuoso
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