Sentí vencer
el pudor que clama deseo cuando yo lo visto de amor. Es una puerta que, o la
traspasas o te quedas en su umbral para que otros la abran y vivan, imaginen,
lo que tú por pudor no quisiste hacer…
Triana tiene nombre de virgen. Es una chica
corriente, ni alta ni baja, de mirar esquivo y pelo azabache. Insegura y
temerosa, inconformista y quejosa. Una muchacha atormentada de oscuro pasado
familiar Ella es una víctima más de la marea muda de las circunstancias de la
vida. En concreto, de una madre, una madre implacable, absorbente y dominadora.
Romeo es un tipo vulgar, de unos treinta años,
acostumbrado a vivir al límite desde el día que marchó de tu patria, Rumanía.
Aquí, en España, pensó que encontraría el futuro que en su tierra se le negó,
pero tampoco aquí lo encontró. Para subsistir
se convirtió en un ladrón del tres al cuarto. Su carácter no es
conflictivo y cae bien a la gente; a su manera, se puede decir que es un tío
horado, víctima como Triana de las circunstancias.
Él ladrón, ella asesina por encargo de su madre.
Los dos viven en la cárcel; allí se conocieron.
Los dos lastraban tantas carencias como primaveras
bajo el sol. Se cayeron bien desde la primera vez y, aunque Triana no
acostumbrada a mirar de frente, su primer beso en un pasillo y de refilón, lo
hizo mirando a los ojos de ese hombre que comprendía la amalgama de duelos en
la piel de una chiquilla.
Al principio se alimentaron de palabras, sonrisas
y besos tímidos, pero besos que abren las puertas de un cielo vetado para
algunos. En sus labios revolotearon esperanzas, veranos, otoños y el invierno
lo conocieron en las duchas de un baño de prisión sin calefacción. El calor los
pusieron ellos con sus llamas, primero pudorosas, luego ardientes, y en el
rigor de sus brasas bucearon en sus cuerpos hasta hallar el climas que Triana
desconocía pues, aunque sea una asesina, era virgen como su nombre.
En navidad se hicieron pareja de hecho y así, cada
quince días tienen un vis a vis para encender la chimenea de sus pasiones.
Triana ahora mira de frente. Su amor crece entre
rejas aunque ella ya no las siente tanto, ni siquiera las ve.
A su madre, también asesina, el hecho de que su
hija se haya enamorado no la gusta ni una pizca y anda urdiendo un plan para
separar a su hija de su amado; aún no ha encontrado la clave, pero es astuta y
la encontrará.
4 comentarios:
Con este impactante titulo me trajiste al recuerdo una novela mejicana llamada " Los ricos también lloran ".
Vaya un abrazo bien, bien, grande.
Los protagonistas tienen algo: el presente. Me parece que es bastante y son afortunados de saberlo. Enhorabuena por el relato.
Abrazos.
Por Dios qué cosa tan bonita Mª Ángeles, me ha encantado.
Una historia realista y llena de romanticismo.
Por cierto, creo que debo añadir un libro más a la lista por lo que leo en la cabecera. Todavía no he podido salir de casa, las defensas están bajas y con tanto frío no debo arriesgarme.
Un abrazo.
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