sábado, 22 de abril de 2023

HORTENSIA Y SUMÁGICO TRABAJO


 

Emmanuel Carrère, Rosa Montero, Mariano Sigman, Héctor Abad Faciolince, Aroa Moreno, Manuel Vilas, Elia Barceló y Joana Marcús son algunos de los protagonistas de La Noche de los Libros 2023, que se desarrolló, con una programación bibliodiversa y equilibrada, a lo largo de todo el 21 de abril, en librerías; yo pongo mi granito de arena…

 HORTENSIA Y SU MÁGICO TRABAJO

 Era un 21 de abril, lo recuerdo muy bien. Anochecía a una hora imprecisa cuando las mesas y las butacas iban quedándose vacías. Del murmullo de las hojas al pasar, se pasó al silencio, y la luz eléctrica se apagó. Las hileras de estantes repletos de libros eran como soldaditos de plomo uniformados y en estado de revista; todo aquel lugar guardaba un orden.

 La bibliotecaria, por fin, cogió su abrigo y el bolso y cerró la puerta, iba feliz yéndose a casa, había sido un día satisfactorio con más clientela de lo habitual ávida de lectura. Hortensia siempre lo decía “Quien lee, crece, quien no lo hace será un canijo, esa gente que no crece mentalmente, seres diminutos carentes de ideas, de imaginación, de opinión”. Para ella los libros eran mágicos y entrar en ellos significaba abrir miles de puertas donde la fantasía, el duelo, el miedo, el suspense o el amor estaban para satisfacer tus ansias de vivir experiencias.

 Cada vez que entrega un libro, va acompañado de una frase, “Corre, vuela, sueña”, incluso rozaba con sus dedos a la mano tendida que esperaba el libro solicitado, según Hortensia ese leve roce le hacía saber instantáneamente el valor que daba a la lectura quien se llevaba el libro… Inimaginables tonterías que Hortensia las daba un gran valor y que en su hogar cuando las contaba provocaba risotadas.

Se enojaba al principio sintiéndose incomprendida, luego, no dejo de contar sus experiencias con los libros pero ya no se enfadaba, era una pérdida de tiempo y el tiempo es un momento sagrado y tan valioso, que perderlo es otro rasgo de los canijos.

 Hortensia al abrir el bolso para sacar las llaves, se dio cuenta que las había dejado encima de su mesa así que dio la media vuelta y volvió a la biblioteca a por ellas… Lo que no se esperaba es lo que encontró al llegar, eso sí que era no solo inesperado sino inexplicable, la tacharían de loca, mejor guardarlo para sí.

Le costó abrir la cerradura porque su atención estaba plegada a otra cosa: el suave rumor de voces dentro de la biblioteca. “¿Qué hago, Hortensia, abro o llamo a la policía?”, “No temas, nadie que se guarezca en una biblioteca puede tener malas intenciones. Anda, no dudes y entra. Eso sí, no hagas ruido no se vayan a asustar”

 Al fin la cerradura cedió y Hortensia abrió la puerta pero un poquito solo. Sus ojos descubrieron lo insólito: Los libros iban y venían solos de sus estantes al centro de la sala. En el medio había un ratón comiéndose un trozo de queso casi más grande que él. Un gato de angora blanco y negro leyendo en voz alta a un niño. Cuando el gato terminaba, el niño chillaba “Quiero más” y los libros se ponían en movimiento raudos a los deseos del infante. Los tres cerditos, Caperucita Roja, El gato con botas, El principito, Matilda, Tom Sawyer…, hacían fila y hasta se pegaban por ser los primeros en la imaginación del niño.

Pero de pronto, en aquel alboroto alborotado, se oyó un fuerte golpe. Todos contuvieron la respiración. Desde el penúltimo estante se acababa de suicidar un libro. Era muy gordo, estaba muy ajado pero…no muerto.

Despacio, muy lentamente pudo ir incorporándose, sí, con esfuerzo era muy gordo, al menos mil páginas. Cuando estuvo incorporado del todo, se sacudió el polvo, dio un manotazo a los cursis de Los tres cerditos y se puso delante del gato “Ya está bien, ¿acaso un ingenioso hidalgo, no va a ser leído en esta noche mágica de los libros?”

Hortensia tragó saliva, don Quijote se acababa de enfadar en gordo. Sin hacer ruido, buscó las gafas de leer y se aproximó.

- Don Alonso Quijano, ¿me permite que le lea yo?

- Comience y rapidito, el tiempo es oro y en nada el niño habrá crecido sin conocerme.

Y la voz suave y dulce de Hortensia comenzó a leer a sus ilustres invitados, un niño, un ratón y un gato.

“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor...”

 

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