lunes, 5 de enero de 2009

ESTRELLA, CINCO Y LUCAS

¡Por los clavos de Cristo!, Cinco levántate ya. Es muy tarde y hoy será un día larguísimo. Está todo sin hacer.
Cinco se tapó la cabeza y siguió durmiendo. El calorcito de las sábanas y un sueño a medio terminar eran lo suficientemente atractivos como para olvidarse del… mundo. ¿Mundo? Cinco se incorporó como un resorte mientras repetía incrédulo la palabra mundo. Se frotó los ojos, pero las legañas pegaban de tal manera los ojos que no los podía abrir. A tientas buscó las zapatillas y se fue al baño a lavarse la cara. ¡Qué fría estaba el agua! Pensó mientras se la secaba. Se miró al espejo y una enorme sonrisa se estrelló contra él. Cuando salió del baño iba tiritando, allí cada vez hacía más frío, es más, durante la noche había caído una buena nevada. Se asomó a la ventana, aún no había amanecido. ¿Qué haría Lucas corriendo entre los abetos? Se preguntó mientras observaba al camello cómo jugaba. Sí, estaba contento, intuía sin duda el momento que iba a vivir y se estaba preparando para correr la maratón.
Cinco se fue a la cocina, allí estaba Estrella preparando un enorme tazón de leche. “Ponme mucho Cola-Cao. Creo que me comeré toda la caja de galletas” Estrella le miró moviendo la cabeza. No había nadie tan glotón como Cinco y le observó cómo metía una torre enorme de galletas en el tazón que se iba hundiendo. Cuando desaparecía, ponía otra torre de galletas… Sin duda, Cinco jamás dejaría de ser un niño… ¡Dios no lo quiera! Pensó Estrella porque si Cinco crecía y se convertía en un adulto escéptico todo habría acabado. Pero al seguir observándole respiró tranquila. Cinco era tierno, juguetón, sus ojos lanzaban chispas cada vez que miraba al mundo, nunca le dejaba de sorprender, pero cuando realmente estaba en su plenitud era cuando se encontraba con los niños. Entonces emanaba luz, vida y su imaginación no tenía límites.
“¡Venga! Termina de una vez”. El chillido de Estrella le sobresaltó. Estaba pensando en… “Estrella, Estrellita mágica, mueve tu pandero luminoso y vamos a trabajar”. Ambos se abrigaron y salieron al jardín. En ese momento la ventisca azotaba fuerte y se tuvieron que sujetar uno al otro para no caerse al suelo. Al llegar al granero y tratar de abrir la puerta notaron un enorme empujón. tan grande, que al final rodaron hasta el interior. ¿Qué habría sido? Le preguntó Estrella y Cinco la contestó con un gesto indicándola quién era el causante del golpe. Frente a ellos estaba Lucas mirándoles y enseñando su enorme dentadura.
“¿A este camello no le han crecido los dientes, Lucas? Cada vez se los veo más grandes… Lucas, vete a cerrar la puerta” Y el camello entendió a la primera las órdenes de Estrella. Con el hocico empujó las dos compuertas hasta terminar perfectamente selladas; después regresó y se sentó cómodamente en un rincón del establo a mirar a sus amos cómo se llevaban las manos a la cabeza y se preguntaban por dónde empezaban. Siempre les pasaba lo mismo al ver semejantes montañas de cintas, lazos, papel y paquetes para envolver… Lucas suspiró, sabía de sobra que todo estaría listo y que un año más llegarían a tiempo.
Los tres se había pasado doces meses observando a los niños, eligiendo con esmero el deseo para cada uno y lo que más le gustaba a Lucas eran los papeles que Estrella escogía para la ocasión. Llenos de colores fosforescentes, duendes, payasos, globos… Y los lazos, cintas anchas en raso y terciopelo. Nadie como Estrella para preparar los envoltorios. Lucas se decía que si él fuera niño no abriría los paquetes, sólo los miraría y los volvería a mirar, ¡eran tan bonitos!, y suspirando, cerró un rato los ojos…
Mientras, Estrella y Lucas seguían un ritmo frenético no sin antes, de vez en cuando, digamos, discutían un rato. ¿Por qué? Cinco, en el momento que veía un juguete que le gustaba, se olvidaba de lo que estaba haciendo, y se ponía a jugar y, claro, Estrella cuando le pillaba se enfadaba con él.

… Y el reloj dio la hora mágica: diez campanadas. Lucas abrió los ojos, le gustaba esa música a rabiar. Además era el gran momento; todo estaba preparado. Lo sabía.
Se incorporó y se acercó a Cinco. Éste estaba mirando entusiasmado los millones y millones de paquetes. Lucas acercó su hocico al hombro de Cinco; sin mirarle, comenzó a atusar al animal y le dijo “Lucas, ha llegado el momento, tu momentazo. Sal y comienza a desplegar tus alas mientras Estrella termina de acicalarse” Lucas comenzó a caminar hacia la entrada mientras por el rabillo del ojo izquierdo veía a Cinco hacer magia. Era todo un espectáculo ver cómo Cinco iba metiendo en un diminuto saco color dorado todos los regalos; al terminar, sonrió, apagó la luz y salió al jardín.
“Estrella, deja de peinarte y ven. Es tarde” El bocinazo de Cinco rompió el silencio de la noche. Estrella salió por una de las ventanas tremendamente enfadada. “¿Quieres despertar a los niños, cacho cafre?... Vamos”
Cinco se montó de un salto, entre joroba y joroba, en Lucas. Éste, entonces, desplegó unas enormes alas blancas y, mientras cogía velocidad, una gran polvareda de nieve e incienso se apoderó de ellos.
Estrella estaba en su sitio, prendida en el cielo con su cola larga, bien peinada, luciendo toda su belleza y, y, y, y… el cielo se iluminó de diminutas estrellas mientras Estrella encendía el camino a Lucas para llegar a su destino; los niños del mundo les estaban esperando.

Ven, ven a la ventana… Mira ahí arriba. Hoy es día cinco, vamos a ver cómo llegan Estrella, Cinco y Lucas. Esta noche, sin duda, es mágica. ¿Tú no lo crees?

6 comentarios:

Cristina dijo...

Pues ya que lo preguntas te diré que yo lo creo según el año esto de que esta noche sea mágica. Va como los helados, hay veranos que los deboro y otros que ni me acerco a ellos.

Besos

Cristina

aapayés dijo...

El reloj dio sus campanadas, y la estrella deja de embellecerse..

bellisimo, me gusta como lo llevas y me encuentro perdido en ello..

saludos te dejo mi abrazo fraterno

María dijo...

Siempre me ha gustado la Noche de Reyes. No tengo que llevar niños a La Cabalgata, pero voy. Voy por verlos a ellos, sus caritas, sus ojos, la ilusión e inocencia de los niños.
Son importantes los niños, y hace bien Estrella en acicalar y peinar su estela.
Esta noche, hacia las once y media miraré por la ventana, por si veo a Lucas con sus alas desplegadas ...
Preciosa historia. Gracias y Feliz Noche de Reyes.

Unknown dijo...

Nada, una más que le gusta cambiar las cosas...
Menos mal que a pesar que ya no tiran caramelos, ni enseñan los paquete que contienen los regalos... Este año han vuelto a salir la estrella en el mar, y la barca que los llevaba ha desembarcado en un muelle que tenemos en mi pueblo.
¡He conseguido que los tres me den la mano!.
Mi sonrisa de satisfacción, ha sido el mejor regalo.

Gloria dijo...

Un buen recuerdo de la infancia. Por lo menos para mí...

Mayela Bou dijo...

Que lindo!
La magia esta en el corazón decada uno de nosotros!
Feliz fin de semana!