jueves, 9 de abril de 2009

CARTA A CONCIENCIA

Buenos días Conciencia…
Hija, siento tenerte tan abandonada, pero ya sabes que soy la reina del caos y nunca encuentro un momento para dedicarme a uno de mis mayores placeres que bien sabes que es escribirte y contarte mis cuitas.
Esta mañana cuando amanecí y vi el regalo que me había dejado la naturaleza, me dije “Obra, de hoy no pasa en que escribas a Conciencia”… Y aquí estoy mientras cae esta tarde de primavera tan hermosa y escucho a Madeleine Peyroux con su Summer wind.
Bueno, voy al grano. Te preguntarás de qué regalo te hablaba antes, pero para decírtelo y que lo valores en su justa medida, Conciencia, he de contarte los prolegómenos…
Creo recordar que fue hace tres años, tal vez cuatro, no sé, cuando en una fiesta me regalaron una orquídea: dos enormes hojas y una vara larga de donde se descolgaban tres bellísimas y diminutas orquídeas. Sus flores me duraron dos meses. Después, languideció, y sus hojas perdieron la prestancia y el brillo inicial. Allí permaneció la orquídea arrinconada, a veces pasaban semanas sin darle agua, se me olvidaba, ya sabes lo desastre que soy, Conciencia, aunque cuando pasaba por su lado me resistía a tirarla. Me decía “Tiene vida, no la tires”.
El año pasado, como sabes, me fui cuatro meses de casa por una obra que hicimos y allí quedó la orquídea a merced de la tempestad de polvo, escombros y sequedad. Cuando volví, allí seguía arrinconada, fea, desaliñada, así que decidí tirarla de una vez a la basura; y lo hice.
Pero cuando subí de nuevo a casa y pasé por su rincón, un remordimiento se apoderó de mí. ¿Cómo podía tirar un ser vivo a la basura porque mi casa estuviera preciosa y la planta fuera una birria?” Sí, eran absurdos mis remordimientos, pero ahí estaban a calentarme la cabeza. Según me hacía la pregunta, me di cuenta que estaba bajando las escaleras, pero había llegado tarde: la bolsa de basura ya no estaba. Salí a la calle en busca de los contenedores; los abrí, ¡qué tufo!
Después de un buen rato y, habiendo registrado dos contenedores, decidí cerrar el caso de la orquídea fea y meterme en la ducha; el pestazo me estaba asfixiando; esa noche soñé con la planta.
A la mañana siguiente -era domingo- desayunando en la terraza, vi en la calle, unas bolsas de basura tiradas en medio de la calle; en ese momento pasó un coche y las bolsas se rompieron extendiéndose toda la porquería en el asfalto. Cuál fue mi sorpresa al descubrir algo parecido a una planta machacada en medio de la calle. Bajé rápidamente y sí, efectivamente, allí estaba mi orquídea moribunda. Cogí los restos como pude y me subí a casa. Después busqué un recipiente, la recompuse como pude y la volví a colocar en su rincón; estaba hecha un cromo la pobre.
A partir de aquel día, cada vez que pasaba por allí miraba a la planta decrépita, incluso echaba agua en su tierra y alguna vez que otra hasta llegué a darle vitaminas.
… Y pasó el tiempo y la planta con unos mínimos cuidados no murió si no, además, hoy me ha obsequiado con dos maravillosas flores de orquídea.
¿Qué, qué te parece Conciencia el regalo? Estoy dando saltos de alegría y me decía “Esta misma tarde, Obra, escribes a Conciencia y se lo cuentas”
Claro que, me he sentado a contemplarla un buen rato y sin querer mi pensamiento se ha puesto a divagar en las múltiples variantes que tiene el hombre para sesgar la vida a cualquier forma, aspecto, estructura, imagen, apariencia perfil… que contenga precisamente VIDA… ¿Te has dado cuenta, Conciencia, que en el fondo el hombre, es un homicida?... Este pensamiento me ha dejado un poco del revés. Pero, en fin, te voy a dejar; he de preparar la cena.

Un abrazo muy grande, tranquila, volveré a escribirte pronto
Obra (…son amores que no buenas razones)

4 comentarios:

Petardy dijo...

Hay un premio que te está esperando en Petardylandia. Saludos!

aapayés dijo...

Hermosa conciencia nos entregas interpelas muy bien la nuestra..

un gusto inmenso leerte siempre..

saludos con cariño fraterno.
un abrazo

calamanda dijo...

Querida amiga. Yo creo que casi todos hemos cometido actos homicidas sin darnos cuenta...

Bonito relato.

Feliz Semana Santa.

UN fuerte abrazo.

CALAMANDA

José Luis López Recio dijo...

Escribes de maravilla. Es un placer. me ha gustado esa carta a la Conciencia. La mia está hiperdesarrollada.
Saludos guapa