domingo, 7 de junio de 2009

HOY EL CIELO ESTÁ GRUESO

Dicen que hoy lloverá. El cielo está grueso, oscuro. Marta mira por la ventana mientras toma un café. Le duele la cabeza, apenas ha dormido. Ha amanecido como el día y es consciente que ese ánimo no ayuda. Hoy más que nunca ha de hacer un esfuerzo, olvidar que tiene memoria. Marta hija se lo merece; es su día.
Hoy a las siete de la tarde se casará con su chico. Un sueño mecido desde que corría por el parque y veía a David, un niño valiente trepando por el tobogán y jugando a espías y ladrones.
Comienza a llover, son las ocho de la mañana y el día llora con Marta. Su soledad la pesa demasiado. Tiene cincuenta y dos años y, cada año a sus espaldas, es una losa. Dicen que es joven, que tiene una segunda juventud para disfrutar en el penúltimo tramo y, sin embargo, se siente vieja, abandonada. Pero no puede fallar hoy a su hija. Tolo, el perro que compró Marta a su madre hace un par de meses, siente a sus pies. Llegó para sustituir el hueco que hoy Marta hija dejará en casa.
Pero nadie entiende que el frío que corre por el cuerpo de Marta sólo lo puede entibiar una persona, y esa persona ya no quiere estar con Marta. Hace seis meses firmaron el divorcio. De un plumazo se borraron veintiocho años de amor…, porque para marta y Alberto hubo amor y mucho… Pero él un día se cansó de sufrir, de aguantar y se fue.
Se fue y Marta se ha quedado estancada en aquel día; se paró su reloj sentimental, biológico.
Dicen que Alberto vuelve a sonreír, es feliz, y Marta aún siente más el dolor. Se piensa que cuando el amor se rompe es por culpa de terceras personas y éstas son mucho más jóvenes; Marta no opina así, no en su caso. Ella, sin saberlo, fue quebrando una ilusión casi desde el mismo día que se casó con Alberto; es consciente de que fue ella, y nadie más que ella, la culpable de no hacer porque la barca flotara, pero la lejanía de sus raíces la fueron hundiendo poco a poco, como los buenos venenos que no te enteras hasta que estás muerto.
Y mientras, Alberto aguantando el temporal, enderezando el timón hasta que se cansó de remar. Sus hijos ya no le necesitaban, y él requería despertar en paz, sin temor, volver a ver la luz; ni siquiera se llevó su ropa, no le hacía falta.

Han salido un par de rayos de sol en el horizonte, y en el cielo se pinta el arco iris. Marta llega del brazo de su padre. Siente que el mundo se pone a sus pies mientras se embelesa en la mirada de David. En una esquina, Marta madre contempla la escena. Primero mira a su hija y a su yerno; la ternura la inunda. Llora, llora y sonríe. Después, mira a Alberto; está más joven, tan varonil y guapo como el ayer que se quedó estancado en su memoria.
Entonces, Marta madre siente una punzada en el estómago y palpa que está tan enamorada de Alberto como el primer día… Pero ya es tarde. Él pasa por su lado y ni la mira.

8 comentarios:

calamanda dijo...

"...Rodeada de abalorios
y amigos sin raíces
me aferro al tiempo
sin saber que exiten los relojes.."

(Delia Quiñonez)

Bonito relato que me ha recordado
este pequeño fragmento que tengo en
mi blog.

Estimada amiga siento mi larga
ausencia..."Locas de atar"..."Desde
el abismo","Tres disparos"...y
qué te voy a decir?...pues lo de
siempre...que me encantan!.

Me alegro que te gustaran las fotos
si necesitas algo de ese tipo...
todas tuyas...tengo gran cantidad.

Un fuerte abrazo.

aapayés dijo...

Siempre es un hermoso placer leerte y visitarte.. me voy con ese espíritu de regresar a disfrutar de tus escritos..

te dejo mis saludos fraternos
un abrazo

besos

que tengas una semana maravillosa

Unknown dijo...

precioso tu blog, felicidades..
Besos

José Luis López Recio dijo...

Así es el amor, caprichoso a más no poder. Otro gran relato que apuntar a una gran lista.
Saludos

misticaluz dijo...

Hola amiga! Cuanto aprendo de ti! Tienes ese don para expresar y reflejar en tus escritos, sensibilidad, ternura y un gran potencial interior.

Me gusta como escribes (creo q lo he dicho 100 veces) pero eres genial.

Te dejo un relajante y fuerte abrazo para tu ser.

Beatriz

Rosa Cáceres dijo...

¡Triste, triste, triste! Un relato que me estremece...
he descubierto tu blog por azar, tenemos algunos puntos en común, la carrera de Filosofía, ser escritoras y amar el mar. Creo que ahí acaba lña cosa, pero, bueno...no está mal.

Perlita dijo...

¡Ay, Mª Angeles! ¿Por qué a veces tus escritos, tan buenos siempre, coinciden con algo o álguien que conozco?
Es muy triste, pero te felicito porque "calas" y lo dices muy bien...
Un beso, guapa.

FDG - El Señor de Monte Grande dijo...

Triste pero es asi, cuando se termina se termina.

Un abrazo desde MG