sábado, 18 de julio de 2009

INCIERTO

…Hace frío. Estoy temblando por más que me arrebujo al abrigo. He tenido una pesadilla, una premonición, o cómo se quiera llamar esa sensación. El caso que me he despertado pulverizada de miedo, con ese encogimiento del corazón que tenía de pequeña cuando en medio de la noche abría los ojos y todo era oscuridad. Me ponía a chillar hasta que las suaves manos de mi padre acariciaban mi pelo y el calor volvía a mi cuerpo… Me gustaría que estuviera ahora aquí para consolarme. El alma de un adulto por mucho que madure, en algún rincón lleva pegado el sello de la niñez y a lo largo de la vida emerge aunque sea unos instantes. Es como una regresión en el que ves con toda nitidez aquel ayer, sientes como entonces y meces a ese niño entre tus manos encallecidas de desilusiones.
…Qué lastima que no tenga un cigarrillo; he palpado en los dos bolsillos y no hay nada. Es muy raro, siempre llevo chismes en ellos, pero ahora están tan vacíos como yo. También quisiera mirar la hora, pero no tengo reloj. No me digas que no es extraño, nunca me quito el reloj… Voy a cerrar los ojos, a recordar y así olvidar este abandono, pero el caso es que no puedo hacerlo; a ver si me explico: quiero, pero no puedo. Mis ojos ya no se cierran y mi último recuerdo es el que acabo de narrar de mi padre. Después de eso no hay nada.
Páginas en blanco, brumas. Las palabras se me hacen indómitas y cada vez peso menos. Como si fuera aligerando lastres, desprendiéndome de lo que hasta ahora iba conmigo… Y este lugar tan silencioso, no se ve a nadie. ¿Cómo habré llegado hasta aquí? Caminaré si es que el miedo me permite aunque ya no es miedo la sensación que me recorre sino, más bien, una soledad, una clarividencia cada vez más palpable de soledad, de que no soy nada, de estar flotando sin saber más… Allá, entre la niebla parece que he visto algo; es una puerta.
… No ha hecho falta que la abriera, se ha abierto sola según me acercaba. Lo que he visto me ha dado la sensación de una película. Debía mirar hacia abajo para ver… Llovía, era una carretera, un coche circulaba; se acaba de salir de la calzada y se ha empotrado contra unos árboles. Sale humo, pero no hay grandes desperfectos, sólo el morro del coche; menos mal… Ay, parece que se abre la puerta delantera. Sale alguien del coche y mira para todos los lados. Está desorientada… Llega otro coche. No, son tres coches; paran. Se bajan y corren hacia donde está el coche empotrado. Ella se hace a un lado. Sí, es una mujer la del coche accidentado y observa lo que hacen las otras personas. No la hacen caso. Ella trata de hablarlos, pero es inútil, la ignoran. Llega una ambulancia, sacan una camilla. ¡Por fin!, alguien la ha visto, la invitan amablemente a que repose en la camilla y ella acepta.
Antes de tumbarse, ella eleva la cabeza hacia arriba y saluda en dirección a donde yo estoy; me ha visto. Yo también la saludo, pero cuando se han cruzado nuestros ojos, he visto algo más… Era yo.
La puerta se ha cerrado de golpe.
Mi cuerpo ha comenzado a temblar, tirito por dentro y por fuera; no entiendo nada. Estoy llorando, mis lágrimas rebotan como chispas de cristal…, vuelvo a sentir miedo… Noto un roce en mi espalada. Me vuelvo, ¡es mi padre!
Me he refugiado en sus brazos y he sentido que había llegado al final de mi camino.

6 comentarios:

José Luis López Recio dijo...

Escalofriante y tierno. Una mezcla que es comoplicada de conseguir.
Un abrazo.

ALBINO dijo...

Hermoso relato que entendi perfectamente y me llego muy adentro porque, por edad, yo podría ser tu padre, aunque por espiritu hubiera querido ser otra cosa.
Un beso

aapayés dijo...

Un gusto leerte siempre.. por ahora no he podido dedicar el tiempo necesario para comentar, me encuentro fuera de casa, pero hoy deje el espacio para comentar...

Saludos fraternos
Un abrazo
Perdón por mi ausencia

Juan Pablo L. Torrillas dijo...

Acabo de descubrir tu Blog, felicitaciones. Me gusta como escribes.

Un saludo,
Juan Pablo

calamanda dijo...

HERMOSO RELATO...ES UN PLACER
SIEMPRE PASAR POR AQUÍ.

Siento mi larga ausencia por falta
de tiempo.

Un abrazo fuerte.

Xabo Martínez dijo...

bellisimo final, de niño solia tener esa clase de sueños que no entiendes nada ni nada cobra sentido hasta que despiertas, solo hasta hoy se que esos sueños respondian al futuro.