viernes, 29 de enero de 2010

BOLICHE TANGUERO

-¿Española?... ¿Tenés un pucho?

Giré lentamente la cabeza y allí estaba él. En ese momento se ajustaba el sombrero. Su aspecto chulesco me dejó boquiabierta. Sin embargo, destilaba virilidad por los cuatro costados. No pude contener la risa mientras le ofrecía mi cajetilla de tabaco.


Si bien llegué perdida a aquel antro desconchado de tragos y bebidas, una vez aposentada en una mesa, tan roñosa como el propio local, junto a una ventana que filtraba la luz de un atardecer envuelto en nostalgia igual que yo; me sentí como de la casa: en una salsa tanguera.


Me puse a observar olvidando al intruso del pucho. Apuraban un trago muerto hace mucho con la necesidad fingida de ver pasar un tiempo inexistente. La atmósfera se hallaba tan cargada que semejaba a la niebla. Intuías sombras perdidas arrastrándose al ritmo de unas voces con palabras secretas y la cadencia sabia de una buena conversación.

-Vos sos muy linda. ¿Qué hacés sola?- me miraba de soslayo con las manos en los bolsillos.

Esta vez, levanté la cabeza asustada. Aquel hombre me había sustraído de mis pensamientos.

-Soy turista.

-¿Gallega?

-No. Soy de Albacete- contesté atónita mientras miraba de reojo el reloj de la pared.

-¿Bailás conmigo? Yo no vine a este mundo a perder el tiempo en un reloj. Además, ése está parado, como vos. Vení…- extendía sus manos hacia mí y no pude resistirme a ellas.

Sus labios se acercaron a mi oído y murmuraron:

-El tango no es cosa de nostálgicos. Nació a la vereda del río de la Plata. De ahí el sabor añejo, su olor portuario. Entre la opulencia y la pobreza, en tugurios y lupaneras.

Entonces, su mano se aferró a mi cintura y mi nariz se topó con su aliento en el momento que un viejo bandoneón expidió un sonido, tan sensual, que olvidé el mundo circundante. Mis piernas fueron suyas. Nuestros dedos se entrelazaron para siempre.


Desde aquel día, en un boliche del viejo Palermo, mi vida se transformó en un tango callejero enamoradizo, jamás fugaz. No tengo reloj que marque mis horas y sí una pasión: él.

En callejuelas adoquinadas, paradas al ritmo de un mundo que se precipita al abismo, seducimos al turista que pasa a nuestro lado mientras que una letra de Homero Manzi me recuerda lo que hizo un cigarrillo en mí:

“Con el pucho en los labios mira el nido vacío/un resplandor de rabia se enciende en el cigarro/ ¡Pucha…! No haberla visto cuando anudaba el lío/ para… como quien dice… para pararle el carro”


2 comentarios:

ALBINO dijo...

Yo me quedo con Cambalache:
"El mundo es y será una porquería, ya lo ves, en el 502 y en el 2000 también".
Como ya hemos pasado del 2000, doy un salto tanguero para irme a una letra que escribió Horacio Ferrer para una musica de Astoria Piazzolla. Es la "Balada para un loco" y dice asi:

Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales. Lo de siempre: en la calle y en vos. . . Cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo. Mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus: medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies, y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. ¡Te reís!... Pero sólo vos me ves: porque los maniquíes me guiñan; los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. ¡Vení!, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita, y te digo...

(Cantado)

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
No ves que va la luna rodando por Callao;
que un corso de astronautas y niños, con un vals,
me baila alrededor... ¡Bailá! ¡Vení! ¡Volá!

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
Yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión;
y a vos te vi tan triste... ¡Vení! ¡Volá! ¡Sentí!...
el loco berretín que tengo para vos:

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Cuando anochezca en tu porteña soledad,
por la ribera de tu sábana vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

¡Loco! ¡Loco! ¡Loco!
Como un acróbata demente saltaré,
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad...
¡Ya vas a ver!

(Recitado)

Salgamos a volar, querida mía;
subite a mi ilusión super-sport,
y vamos a correr por las cornisas
¡con una golondrina en el motor!

De Vieytes nos aplauden: "¡Viva! ¡Viva!",
los locos que inventaron el Amor;
y un ángel y un soldado y una niña
nos dan un valsecito bailador.

Nos sale a saludar la gente linda...
Y loco, pero tuyo, ¡qué sé yo!:
provoco campanarios con la risa,
y al fin, te miro, y canto a media voz:

(Cantado)

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí,
ponete esta peluca de alondras, ¡y volá!
¡Volá conmigo ya! ¡Vení, volá, vení!

Quereme así, piantao, piantao, piantao...
Abrite los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir...
¡Vení, volá, vení! ¡Trai-lai-la-larará!

(Gritado)

¡Viva! ¡Viva! ¡Viva!
Loca ella y loco yo...
¡Locos! ¡Locos! ¡Locos!
¡Loca ella y loco yo



Un beso porteño

Anónimo dijo...

Me fascina esa extraña pulsión de letras... ese algo que dejas suspendido sobre las palabras. Me gusta michísimo.