jueves, 26 de agosto de 2010

AROMA A JAZMÍN

La playa a esas horas de la tarde iba despejándose de gente, sólo algún alma perdida y las gaviotas que acampaban en su propio elemento eran los únicos seres vivos que quedaban.
Las olas bamboleaban su cintura estrecha haciéndose espuma al llegar a la costa. Elvira estaba sentada al borde del agua chapoteando con sus pies el agua que llegaba como un reguero de sal blanca. El cielo gris perla era del color de sus pensamientos cenizos. Había deseado tanto esas vacaciones que ahora se sentía vacía de expectativas. Diversión ninguna puesto que se había ido sola, no quería estar con nadie. Sin embargo, en esa hora de la tarde que la gente te retiraba de la playa para ir en busca de algo o alguien, ella no buscaba nada. Sólo deseaba ordenar sus ideas y éstas se negaban yéndose a parar a un destino desconocido.
Elvira había salido huyendo de un matrimonio que duró apenas dos años; un desastre al nunca debió de subirse, pero el amor, ya se sabe, provoca hasta en el hombre más civilizado, un caos mental arrastrándole a las mayores majaderías. Porque Elvira era lo que consideraba, una vez transcurrido el tiempo, lo que había supuesto su locura amatoria. Gerardo era un tío que se llevaba a las mujeres de calle y ella se sintió alagada porque él se fijara en ella, una mujer corriente sin nada que destacar de su físico. Tal vez habría siso su temperamento extrovertido y sonrisa abierta y franca lo que a Gerardo le gusto de ella. Para Elvira todo él fue un clamor, tanto en su cabeza como en su cuerpo. Era sentirle a su lado y Elvira desear volar con él. Estuvieron de relación apenas siete meses. Los dos ya eran mayores, seguros de sus sentimientos y dieron el paso… Si al menos hubieran convivido un tiempo antes de casarse, tal vez el desastre no hubiera llegado a mayores, pero ambos se lanzaron al vacío…
No, nadie crea que fue una relación retorcida, ni siquiera tortuosa. No hubo malos tratos físicos aunque sí psíquicos y, por ambas partes.
Tan sólo habían transcurrido tres meses de su matrimonio cuando comenzaron a odiarse sin que ninguno se diera cuenta. Cualquier insignificancia les servía para reprochárselo uno al otro. La intolerancia se interpuso entre ambos hasta que destruyó el respeto y la admiración que habían sentido por sus personas. Gerardo comenzó a hacer su vida y Elvira a caer en el olvido; no hubo más. Una historia deshecha como miles que suceden cada día en cualquier rincón del mundo.
Elvira ve caer la noche con el rumor del mar como único compañero cuando alguien la habla:
-Disculpe, señora, ¿se encuentra bien?- Elvira tuerce la cabeza levantándola hacia la sombra que la ilumina con una linterna.
-No, nada. Muchas gracias.
-Este rincón de la playa a estas horas no es muy seguro. La recomendaría que se fuera de aquí. Además, como verá, no hay apenas luz. Si quiere la acompaño hasta el paseo-No le deja terminar y contesta:
-No tengo miedo, pero se lo agradezco.
Elvira se incorpora despacio y según camina junto al hombre que resulta ser un policía, se sorprende que no sienta miedo, que la soledad que hace unos momentos sentía, se ha evaporado. Ahora sus piernas se mueven seguras sabiendo que, tal vez, sus movimientos siempre estén aparados por un vigía aunque sea un desconocido que la ayude en cualquier momento. Este pensamiento la relaja; es la primera mirada positiva que echa al mundo después de un infierno que fue un error.
“La vida es más sencilla de lo que nosotros creemos” Dice en voz alta. El policía la mira y la regala una sonrisa de compresión mientras un aroma jazmín se acerca a su nariz desde un jardín cercano.

5 comentarios:

Juan Escribano Valero dijo...

Hola María de los Ángeles: Hace tiempo que nada se de tí ¿como estas? Literariamente ya veo que muy inspirada, este relato es muy humano y muy actual, situaciones parecidas se dan demasiado amenudo ¿no te parece?
Un fuerte abrazo

Anónimo dijo...

Hola María Ángeles, la vida no es facil, pero hay que superarla.
Parece que Elvira, estaba muy decidida a seguir adelante con su vida.
Un abrazo.
Ambar.

Cinthia dijo...

"Una historia deshecha como miles que suceden cada día en cualquier rincón del mundo." Otra historia tan similar y diferente a la tuya, a la nuestra. Me encantó la entrada y aunque me encantaría hacer un comentario largo y explicar porqué me sentí tan identificada sólo puedo decir que honestamente me encantó. Un beso enorme y lo mejor para vos :)

JAVIER AKERMAN dijo...

Querida Mª Ángeles:
Pasar de Lola a Elvira es impactante. ¡Eres genial en todos los géneros literarios!
Mil besos.

PIZARR dijo...

Desde luego opino como Elvira que la vida es más sencilla de lo que a veces creemos, lo que suele ocurrir es que somos maestros en complicarla.

Espero que estes bien y que el verano te haya cargado por dentro y por fuera como lo ha hecho conmigo.

Un abrazo