viernes, 3 de marzo de 2017

INSTATÁNEA y NADA ES LO QUE PARECE


Estos son dos relatos escritos para un concurso que preparó Luis Posadas Lumbeiro del grupo Recuerdos e Infancias de Valladolid aquí, en Facebook... Buen fin de semana a todos!!!!


INSTANTÁNEA
Don Gorgonio Campos Rollan enciende un puro; no son horas pero el día lo merece. Hoy es su santo, 9 de septiembre, y el rey llega esa misma tarde a Valladolid. En su casa, sita en la Acera de Recoletos 9, no hay quien pare, pero él ya está acostumbrado después de bregar con seis mujeres desde que enviudó. Suspira y piensa que Dios bien le podía haber dado un hijo varón, sin embargo mientras observa a sus hijas, el orgullo de padre se refleja en su rostro, hasta el bigote asciende de satisfacción. Son buenas chicas, de eso no le cabe duda pero ¡todas solteras!, “Algo he hecho mal” se dice. Gertrudis, la mayor, posa serena mirando a la cámara. Con permiso de don Gorgonio se ha puesto el ramillete de flores secas que tanto gustaba a su difunta madre y al final, se ha colocado el vestido de terciopelo malva. “Es un derecho por ser la hermana mayor” Dice a su padre suplicando con sus ojos castaños, “Tan dulces como los de su madre” piensa don Gorgonio. Las otras cinco hijas van de colores oscuros, discretos y elegantes, no le gusta que destaquen ni que llamen en demasía la atención. Cosa que no ha logrado pues sus hijas hacen lo que las viene en gana. Bueno, menos Purita que permanece sentada con el brazo apoyado en la falda de su hermana Carmina. Quiere ser monja pese a quien le pese y don Gorgonio se resiste; es su niña pequeña, su debilidad. Quienes más le preocupan son las gemelas, Evarista y Pilar. Las estudia detenidamente, una de pie posando tímidamente la mano en el hombro de su gemela. Estas dos se dedican a corretear por la ciudad enseñando a leer y escribir al primero que se pone delante “Padre, en esta ciudad la mayoría son analfabetos, nuestro deber es enseñar”, dicen al unísono en una arenga enfebrecida de convicción, y su padre las deja hacer. Luego está Cecilia, alta, esbelta y con la misma cintura de avispa que poseía su madre. Por don Leoncio, el médico de la familia, se ha enterado que Cecilia trastea siempre que puede con los enfermos. Quiere ser médico, enfermera, lo que la dejen pero estar cerca de un enfermo. Por último recala en Carmina que parece no romper un plato, pero en los mentideros del casino ha oído rumorcillos que su hija es demasiado ligerita con los hombres; don Gorgonio se santigua “Virgen del Carmen, que no me sea puta, te lo ruego por favor”

¡Señor, Señor, mándame seis varones! Clama al cielo don Gorgonio mientras el fotógrafo imprime la mejor instantánea de la vida de este acaudalado y bonachón vecino de Valladolid.


NADA ES LO QUE PARECE
Celedonio pide otro brandy, hoy no hay forma de entrar en calor. Este Valladolid de sus amores le mata en invierno aunque, se echa a reír pensando la manera de paliar sus males. Sus pensamientos son interrumpidos por Críspulo que entra como un huracán en el casino pidiendo a voces un café con un chorrito de coñac.
-¡Vaya día más inhóspito que se ha levantado! Por cierto, no te veía desde la semana pasada, bribón. ¿Dónde te has metido?
-Por aquí y por allá-contesta mientras suelta una carcajada que llama la atención del resto del salón.
-Cuenta, cuenta, que últimamente ando descalentado. Tengo un revuelo en casa que si te cuento, no paro. Esta ciudad de provincias cada día está más aburrida. O te vas a Madrid o…-baja la cabeza taciturno y Celedonio se preocupa.
-No me digas que te has enamoriscado a tu edad, ¡no me fastidies, Críspulo! Anda, acércate que te enseño una delicia, ya verás cómo se te pasan todos tus males-Celedonio mete la mano en su levita y saca una foto- Mira, mira qué seis joyitas me tienen entretenido ¡delicatessen pura!... Si quieres, luego vamos-Críspulo arranca de las manos de su amigo la fotografía. No hace más que mirarla, se ha quedado pálido.
-Estas mujeres, Celedonio, ¿Quiénes son?
-Ya te he dicho, Críspulo, delicatessen recién llegadas de Santander y Burdeos. Bueno eso cuenta Bárbara que ya sabes que imaginación no la falta a la hora de vender su local. Por cierto, la que está sentada en el medio mirando a la cámara se llama Charlotte, es la francesa. ¡Su piel huele, cómo huele, Críspulo!-Críspulo permanece callado mirando en una sola dirección a la foto.
-La de la esquina, la más guapa, la que lleva esas flores al cuello, ¿quién es?
-De Santander, Catalina y no vale un clavel. Solo tiene fachada. Debajo de las sábanas, un tempa…
Celedonio no ha podido terminar la frase. Un puñetazo en la nariz le ha dejado fuera de combate. Críspulo le tiende un pañuelo pues Celedonio no hace más que sangrar. Cuando recupera el resuello, pregunta malhumorado a su amigo.
-Pero, ¿qué coños, te pasa, tío?-grita a Críspulo.

-¿Qué me pasa? Pues esa mujer ni es de Santander ni se llama Catalina, ¡cabrón! Es mi hermana Virtudes.

4 comentarios:

Macondo dijo...

Al final ha pagado Celedonio el pato de que Virtudes no haga justicia a su nombres. Muy bueno.
Y el otro también.

Ricardo Tribin dijo...

Publicaste ya tu última novela?

Beatriz Martín dijo...

jajajajajaj por eso debes conocer primero a la familia jajaja antes de ir a la cama exce lente!!!... muy bueno me encantó y el video de tu presentación de tu novela me encantó !!, un abrazo desde mi brollo del mar

Ricardo Tribin dijo...

Pobre Celedonio.

Gran abrazo!!