sábado, 22 de julio de 2017

YO POR MI HIJA MAAAATO…

Esto no es un relato, aunque bien lo pudiera ser, pero es la vida misma, la cruda realidad de esperpentos que han creado ciertos programas y los telespectadores que hemos seguido esas cadenas de televisión.

Hija de una princesa del pueblo o una princesa del pueblo fabricada por una televisión corrosiva…
Me voy a mojar en un tema absurdo a simple vista, aunque las consecuencias han ido mucho más allá y deprime pensar como los medios de comunicación del “Cuore”, al menos algunos, han podido destruir a un ser humano, pero no lo han conseguido…de momento.
Esos programas que se deberían llamar “Todo por la audiencia” lo único bueno que tienen es, supongo, dar trabajo a un batallón de psicólogos porque después de machacar y destripar al famoso de turno, tienen el deber y la obligación de reconstruir, si es que se puede, la cabeza de aquel o aquella que reclamó su minuto de fama gloriosa.
No me vale que digan que la persona X se prestó encantada, es más, ella quería porque, ¿dónde se halla la moralidad del que supuestamente está preparado, formado?, ¿acaso no se da cuenta que el que pretende ser famoso no tiene los registros suficientes para defenderse de esos buitres que le van a acosar?

Una vez dicho esto, el que lo niegue es un cínico, en más de una ocasión he visto estos programas por distintas circunstancias. Momentos que se pueden resumir en uno: mi cabeza llegaba tan atascada del trabajo que me quedaba delante de la pantalla del televisor embobada hasta con la boca abierta. Luego despertaba del estado catatónico en el que llegaba a casa y a otra cosa mariposa.

Así pude conocer las aventuras y desventuras de personajes fetiche de estos programas descuartizadores de personas… La Pantoja y sus hijos, Carmina Ordoñez o Belén Esteban.
¿Qué hay de verdad en estos personajes a cuyo producto se suben hasta la asistenta de turno que se vende como Judas? Porque los aledaños son Judas que por unos buenos euros cuentan de qué color es el papel higiénico que usa el destripado de turno.

España es un país de porteras, los hechos y números cantan; yo soy una portera.
Una cosa es que se cuente que hay una fiesta, que fulanita llevaba un traje prestado, que fulanito se murió y fue fulanita y perenganita al entierro…, y otra muy distinta es meterse en los interiores de una persona.  Claro, lo primero no vende porque no hay carnaza ya que nos mola la depravación, las miserias y bajezas ajenas, así de paso olvidamos las nuestras.
Todo este rollo que acabo de soltar viene a cuento de la mayoría de edad de la hija de una famosa que ha vendido hasta su carnet de identidad y ha hecho de ello su “modus vivendi”
Pero la madre es una cosa y la hija es otra. He de reconocer públicamente que Belén Esteban me cae simpática, aunque ha hecho muchas de las cosas que más odio en esta vida. Sin embargo, hay un sexto sentido que deseo que no me falle que me dice que es una buena persona. Da de sí lo que da, pero no hay trampa ni cartón, vamos que es igual por el derecho que por revés y ha estado a punto de morir en las garras de su modus vivendi.
Pero bajos sus luces y sombras está su hija y su famosa frase “Yo por mi hija maaaato” … La hija de la Pantoja es punto filipino y no me da ninguna pena. Pero Andrea sí.

La chiquilla es poco agraciada o nada, ¿y? ¿Por eso va a ser la mofa de todas las redes sociales? ¿Acaso tú eres tan guapo como para estar por encima del bien y del mal? ¿Acaso tú y yo somos un dechado de virtudes que nos podamos permitir reírnos de todo y de todos? ¡Venga ya!
Tal vez si nos comportamos como seres humanos esta chiquilla que acaba de ser desprotegida del anonimato pueda llegar a ser una chica corriente, con sus estudios, su trabajo…, vamos lo que todos deseamos para nuestros hijos. Dejémosla pixelada, que ría, que corra y salte, hasta que se coja su primera borrachera como lo hemos hecho tú y yo sin que nos hayan sacado en la prensa, porque parece ser que la joven, sí, esa joven tan poco agraciada lo único que quiere es vivir su vida y que la dejen en paz.

Honestamente, puedo equivocarme, ojo, creo que la princesa del país de los porteros y porteras podrá contarnos las aventuras de su hija, pero su hija querrá seguir su existencia anónima.
Espero no arrepentirme de estas letras porque mi vida está sellada de arrepentimientos, de recoger velas y volver al mar a navegar para posteriormente equivocarme, perdonarme y vuelta a empezar... Ya digo, estoy sellada de arrepentimientos, pero esta vez me gustaría no equivocarme con Andrea.

2 comentarios:

Ricardo Tribin dijo...

Tu narrativa, es clara y precisa.

Los padres hacemos todo por nuestros hijos.

Gran abrazo.

Macondo dijo...

El asunto es el que es, pero tu escrito está lleno de sensatez. Se confirmen o no tus apreciaciones, no creo que vayas a tener que arrepentirte de nada.