miércoles, 9 de enero de 2019

UNA NOCHE LOCA

Me desperté con el cuerpo igual que si hubiera pasado una apisonadora. No sabía ni qué hora era, ni siquiera dónde estaba. Me volví despacio, me retumbaba la cabeza y por una ventana entraba un haz de luz; el justo para observar que compartía almohada con otra cabeza. Me puse nerviosa “Gloria, cálmate, seguro que todo tiene una explicación”, me dije, pero no me acordaba de nada. Con la mirada busqué algo familiar, nada. Así que decidí salirme de la cama sin hacer ruido. Me fui tropezando con ropa desperdigada por el suelo “Dios mío, auxíliame. Está claro que me he acostado con alguien y algo más… Señor, estoy en bolas, está claro, ¿no?”
Con reflexiones absurdas y recogiendo mis pertenecías salí del dormitorio. La casa no sé a quién pertenecía, pero era una monada. Muy varonil, ordenada y con gusto. Pronto encontré el baño, ¡qué gozada, qué bonito!, yo de allí no podía irme sin darme una ducha y disfrutar de un baño cuatro veces el mío, y las toallas, ¡qué suaves!, buen algodón. Pero ni el agua me refrescó la memoria, sin embargo, se me ocurrió abrir el bolso y mirar el móvil, ¡una cuarenta y cinco y uno de enero!
Salí pitando de allí y al ir buscando la puerta de la calle, pasé por la cocina, ¡Dios mío! Era del tamaño de mi casa. Había una cafetera con café recién hecho que olía a gloria bendita; vi que era de esas con programador. Abrí la nevera: de todo y más; decidí hacerme un zumo cuando vi una coqueta mesita pegada al ventanal un roscón de reyes de la mejor pastelería de la ciudad.
“Gloria, maja, disfruta. Has ligado, no sabes con quién, pero se ve que está forrado, disfruta. Para miseria ya tuviste el 2018. Es una forma de comenzar el año a lo grande. Claro, mejor sería si te acordaras cómo había sido el polvo o los polvos” … Nada, de eso ni rastro, ni un triste ay recordaba. Pero según entraba aquel café por la garganta, mi memoria se iba aligerando…
Recordé el fiestón al que fui con Paquita y Sofía. No quería ir, no conocía a nadie. Es más, les dije que no salía en Nochevieja que solo había patosos, pero después de la cena de fin de año familiar en la que mi hermano Fernando terminó discutiendo con la estúpida de mi cuñada Ana y a mi madre casi le da un sofocón del disgusto, tenía tres opciones. Tirarme un tiro, irme a mi casa amargada después de fregar los platos o irme con las amigas. La decisión estaba clara; me fui.
La verdad es que era un fiestón por todo lo alto. Fenomenal organizado, la gente educada, las mujeres bien vestidas, no había más que ver sus atuendos, buenos y caros, no como el mío. En fin… Perdí de vistas a mis amigas, pero no me importó porque me entretenía bailando, bebiendo unos combinados de muerte y todo sola, tan ricamente.
En una de mis idas a la barra me senté en un taburete. Al lado había unos bebiendo tequila y me dije “Gloria, tómate un par de ellos como en la peli Armas de mujer”, y allí me puse yo con mis tequilas cuando alguien me preguntó “¿A qué te dedicas?” Con una caída de párpados contesté “Tengo una mente para las finanzas y un cuerpo para el pecado”, luego fijé la mirada en él… Guapo, olía de muerte, una sonrisa de dentista, unos ojos azules, un…”
“Madre mía, que era mi jefe, don Gustavo. Gloria lárgate de aquí ya… Gloria, un momento, pero tu jefe, ¿no era gay?... ¿Qué demonios has hecho?, ¿violar a un pobre gay? Vete, vete zumbando”
He bajado de cuatro en cuatro las escaleras y cuando he llegado al portal me he topado con…
- ¡Gloria, feliz año!
- Don Gustavo…
- ¿Has desayunado, ya se ha despertado mi hermano?
- No sé, ni idea. Me voy, me esperan para comer, ¡adiós!...
“Gloria, vete más despacio, te vas a ahogar… ¿Seguro que no te acuerdas de si fue uno, dos, tres, polvitos, ninguno? Podías haberte llevado algo de la nevera para comer, la tuya está vacía… Para una vez que ligas, qué desastre eres”... Continuará
M Ángeles Cantalapiedra
©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla...Gymnopédies

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