Te conocí
en Rodrigo de Triana sentada en una banqueta de la Bodega de Vargas tomando un
café triste y frío. Tu cara menuda, aquel gesto tan tuyo de esconder la cabeza
por vergüenza, el rascarte la sien izquierda convulsivamente. Tu lengua mojando
tus labios resecos de palabras. Tus manos de dedos afilados juntándose para
sentir la valentía que te faltaba. Aquel pelo lacio de un trigo descolorido. ¿Y
la nariz? Tan chiquita como tú misma, respiraba a trompicones.
Sí,
recuerdo el calor, caía como un centauro sobre nosotros, ya se sabe cómo es
Sevilla cuando llega la caló, y sin embargo tú llevabas chaqueta; temblabas de
frío. Te miraba y te miraba, había algo en ti que se me escapaba. Tu mirada
huidiza me clamaba pero no sabía el qué.
El grupo comenzó a charlar animadamente
y sé que escuchabas. A veces te asombrabas, otras reías y muchas te evaporabas
hasta que, sin darte cuenta, tu piel se desnudó; te quitaste la chaqueta y mis
ojos acusaron el dolor.
Rasguños de cicatriz, moratones recientes; no pude seguir, habías pillado mis ojos grapados a tu piel.
Rasguños de cicatriz, moratones recientes; no pude seguir, habías pillado mis ojos grapados a tu piel.
Corriste
a buscar tu chaqueta, te la pusiste del revés y te levantaste precipitadamente.
Corrí tras de ti hasta alcanzar uno de tus brazos; paraste. No por mi fuerza sino
por el tormento de mis dedos en tu piel. Entonces vi tus ojos, tus ojos llenos
de nubes. Luego llegó la tormenta.
Palabras
mudas, silencios y así fui desgranando tu triste existencia… A veces es tan
duro ser mujer que no hay valentía posible para ciertas realidades.
Te acuné
en mi pecho, no tenía práctica, pero tú te dejaste porque de mujer a mujer hay
algo invisible que une.
No pudiste superar el miedo. Esa misma noche, el amor rabioso, el amor celoso, el amor que destruye…, te fulminó.
No pudiste superar el miedo. Esa misma noche, el amor rabioso, el amor celoso, el amor que destruye…, te fulminó.
Vi tu
historia negra en el Diario de Triana y aún me pregunto, ¿qué pude hacer por ti
y no hice?
M Ángeles
Cantalapiedra, escritora
©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla...Gymnopédies
Fotografía de Jesus Daza. Siempre le robo alguna instantánea pues son de una belleza singular; la de hoy para mí es un simbolismo de la soledad del hierro y la piedra de un Triana que sufre la lucha muda de cualquier mujer.
©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla...Gymnopédies
Fotografía de Jesus Daza. Siempre le robo alguna instantánea pues son de una belleza singular; la de hoy para mí es un simbolismo de la soledad del hierro y la piedra de un Triana que sufre la lucha muda de cualquier mujer.
1 comentario:
A mí sólo me acunaron en la cuna. ¿Sabes que en España está aumentando la natalidad?
Besos de Reina
Publicar un comentario