sábado, 22 de noviembre de 2008

TIERNAS RAMAS DE TILO

Es cuatro de julio. Otros años en esta fecha he estado en USA. Pero este año es especial. En casa me han dado un ultimátum que me ha sentado mal, pero les comprendo. Me falta para terminar periodismo una asignatura del primer ciclo “Análisis de textos periodísticos: el relato”. Me han pedido que haga un esfuerzo y para ayudarme, se pusieron en contacto con un familiar que es psiquiatra. No es que tenga que ir a un pirado de esos, no. Simplemente se les ha ocurrido, a mis padres, que además del estudio que he de poner de mi parte, este familiar me daría documentación para escribir este verano y con ello desarrollar un relato o crónica periodística.
Esta mañana me he entrevistado con él. Me ha notado que iba entregado y que me importaba aquello un rábano. No es que haya hablado mucho, pero mis gestos me han desenmascarado. En fin…
Después de un rato de estar hablando- más él que yo- de lo divino y lo humano, me ha comentado que tenía un caso que le gustaría que lo observara los ojos de un profano y que escribiera mis sensaciones sobre ello. Ha argumentado, además, que sin duda podría aportar datos que, como especialista, a él se le escapan. Así que aquí estoy… Me he comprado un bloc para ir anotando por días aquello que vaya sintiendo sólo con la observación de un paciente. ¿Cuál? Mañana he quedado a las ocho de la mañana y me presentarán al tarado que he de mirar y apuntar lo que me llame la atención de él. Vamos, que me voy a convertir en un voyaeur.

5 de julio

Me llamo Pablo y me siento un imbécil. “La imbecilidad es una patología que se define clínicamente como una forma de retraso mental a medio camino entre la "debilidad mental" y la idiotez. La edad mental de las personas que la padecen, oscila entre los dos y los seis años, y su coeficiente intelectual varía entre cincuenta y veinticinco”… Yo tengo veintitrés; lo mío ya no tiene remedio.
He devuelto un par de veces y aunque ahora no tengo nada en el estómago, sigo sintiendo esa sensación de nauseas. Pero a pesar de eso, me he tomado un par de copas del coñac de mi padre según he entrado en casa. Tengo las neuronas, o como se llame lo que se tiene dentro de la cabeza, revolucionadas. Van y vienen sin poder pensar; sólo asco y asco y, después, más asco, como si deseara renegar de mi condición de hombre…, porque me avergüenzo.
Cuando te sumerges en ciertas realidades a las cuales no tienes acceso, ¡menos mal!, te das cuenta que la sensación de haber vivido mucho de todo, es absurda: no has vivido nada y menos de aquello que muchas veces te topas en los periódicos, historias truculentas que superan a la ficción.
Vengo espantado y sólo deseo emborracharme y meterme en la cama.
Mañana no creo que sea capaz de ir.

8 de julio

No me quedaron más huevos que volver a aparecer por allí. El pollo que me montó mi padre fue monumental; lo más suave que me llamó fue nenaza. Pero no fueron sus palabras las que arrancaron mi culo de casa, sino la sensación de cobardía para afrontar algo fuera de los límites de mis sensaciones. Algo que nunca había sentido hasta ese momento, que me era extraño e incontrolable.
Nada más llegar me recibió el mercenario del primer día. Le llamo mercenario porque se le ve desprovisto de cualquier sentimiento. Saco la conclusión que se mueve por dinero exclusivamente; y aquello me hiere. Desmonta uno de los principios básicos míos. Sé que la ignorancia es idealista precisamente por el propio desconocimiento de las cosas. Y ver a aquel tipo como me ponía en antecedentes sin movérsele un pelo del cuerpo, me encrespó lo más intimo de mi alma.
Estaba ante un caso de violación brutal en toda su extensión. Me han dado los datos mínimos: tía que va a un cajero a las tres de la mañana –sólo una mujer puede proceder así, de una manera tan sin pensar en los peligros a esas horas de la noche- cerca del lugar de copas donde estaba con unos amigos. No se le ocurre otra que sacar doscientos euros… ¿Dónde iría con semejante cantidad? La trompa sería grandiosa. En esto siente pisadas por detrás; son los ladrones. Efectivamente, se vuelve y allí está o están –no se sabe si fue uno o más de uno. Aunque si fue uno, era un puro macho por las veces que la violó… Se la lleva de allí y aparece treinta y seis horas después en un descampado. ¡Milagro!, con vida. Está inconsciente y así ha estado un mes hasta que una buena mañana- el tres de julio-, abre los ojos y se pone a gritar.
La veo desde esta especie de televisor. Ahora está quieta, atada, con los ojos cerrados.
No se ha movido durante todo el día.

12 de julio

Los días anteriores no ha pasado nada de nada. Me he dedicado a hablar con el mercenario y a tomar café. Ella sigue quieta, como una momia; vendada por los cuatro costados.
Pero hoy, cuando he llegado a las ocho, estaba montando un chocho de órdago. Un espectáculo dantesco. La tía sin comer durante un mes, ¡qué fuerzas tenía!, no podían con ella. No sólo gritaba, se ha arrancado, además, todas las vendas que ha encontrado al paso. Al final la han reducido, administrado el chute de rigor y se ha dormido.
No ha vuelto a pasar nada más.

19 de julio

El mercenario se ha ido de vacaciones y el sustituto viene, mira y se larga; vamos, que me he pasado el día solo y nadie ha visto lo que yo he visto: la tía ha abierto los ojos durante treinta y cinco minutos- los he contado-. La mirada perdida aunque quieta… ¿Qué edad tendrá? Los rasguños y hematomas de la cara aún siguen como única seña de identidad destacable… ¿Cómo se llamará?
Después, muy lentamente, ha vuelto a cerrar los ojos y ya no los ha abierto en el resto del día. ¡Un coñazo!

23 de julio

He quedado fatal con mi madre. Era su cumpleaños y dije que vendría a comer y no lo he hecho. No he podido despegar los ojos de la pantalla.
A eso de las diez de la mañana, un médico ha entrado en la habitación. Ella permanecía con los ojos cerrados, pero al escuchar una voz los ha abierto. Aunque hay mucha distancia, he podido ver el terror en sus ojos. Un pánico indescriptible; ¡Pobre muchacha!
Suavemente, como si tuviera entre sus manos la pieza más delicada de la tierra, el médico ha comenzado a quitar las vendas de la cabeza; he tenido que salir a vomitar. Cuando he vuelto, él la estaba sonriendo, pero no la hablaba, seguro que para no asustarla. Al terminar, ha apoyado la cabeza en la almohada con tal delicadeza que me he estremecido y se ha marchado. Ella ha permanecido despierta, inmóvil y por primera vez he sentido la tristeza en sus ojos.
La pega que se llame Sandra y así la voy a bautizar; de alguna manera tengo que referirme a ella.
No ha dormido nada durante todo el día. Han entrado enfermeras para cambiarla las bolsas del líquido transparente, la han desatado para cambiarla los dodotis y ella seguía inmóvil, perdida…
Yo la contemplaba con el afán de que sintiera que no estaba sola, que unos ojos que desconoce la acompañan.
¡Curioso! Justo en el momento que me iba, ha cerrado los ojos y yo la he dicho “¡Hasta mañana, Sandra!”

24 de julio

A las ocho, cuando llegué, estaba durmiendo, pero se la notaba inquieta. Nada que ver cómo se ha quedado después de la visita médica. El hombrecillo sutil de bata blanca ha llegado acompañado de un hombre joven y aspecto saludable y de una mujer entrada en años. ¿Madre y hermano? ¿Novio y madre? No sé, pero Sandra estaba claro que era como mirar a un tío de Murcia: no les conocía de nada. Cuando se han ido trataba de cerrar los ojos, pero los volvía a abrir con irritación, con rabia; la han tenido que dar un calmante y se ha quedado dormida todo el día.

25 de julio

Justo cuando hoy he llegado, he visto que la quitaban las correas y la dejaban sin atar; Sandra permanecía con los ojos cerrados y según ha sentido la puerta cerrarse los ha abierto. He preguntado al fulano que viene y va y no para un minuto quieto aquí que por qué habían decidido soltarla. Me ha mirado como si estuviera diciendo la mayor sandez del mundo y se ha ido.
Sandra ha permanecido quieta, como si siguiera atada, pero después de tres horas, se ha movido. Ha levantado el brazo izquierdo y se ha puesto a contemplar la mano. La miraba como si nunca hubiera visto una mano, cinco dedos; después, el brazo ha vuelto a su lugar de origen y ha cerrado los ojos. A las doce, ha entrado una enfermera, le ha quitado la bolsa de suero y se ha largado. Sandra ha vuelto a reproducir el mismo gesto que con el brazo izquierdo; ahora con el derecho.
A las tres le ha llevado una bandeja con un flan. Sandra lo ha mirado con asco; no me extraña tenía muy mala pinta. Seguro que la gustan más los que hace mi madre, flan el Chino.
No ha comido nada y no la han obligado. Ha dormido placidamente.

26 de julio

Aún estoy emocionado; no puedo ver otra imagen delante de mis ojos: a eso de las diez, Sandra se ha incorporado y acercado la mesita con ruedas que estaba a su lado y se ha puesto a mojar en el café las galletas. Las mojaba y se quedaba mirando cómo se caían segundos después al café. Cuando se la han terminado, ha cogido la cuchara y se lo ha comido… ¡Todo! El gesto de su rostro era como el de Colón cuando vio tierra firme; sorpresa y placer total.
Tengo la sensación de que Sandra está descubriendo el mundo por primera vez… Que la vida la está dando una segunda oportunidad; es maravilloso.

27 de julio

Sandra se ha levantado de la cama. Ella sola, sin más compañía que ella misma. Tenía miedo, se la notaba un montón, pero fue muy lista porque sabía lo que quería: al ver la ausencia de fuerza en sus piernas, lentamente se ha tirado suavemente al suelo y después de un rato, cuando se ha sentido más o menos segura, se ha arrastrado a la ventana. Ha llegado un tipo fornido y ella se ha dejado dar masajes en las piernas sin decir ni pío. No le ha mirado, ella seguía ensimismada mirando por la ventana; le salido corriendo al jardín a ponerme frente a su ventana para que me viera…, pero cuando llegué ella ya no estaba. Volví a subir corriendo y al llegar, vi como el médico de siempre la estaba auscultando… Desnuda, desprovista de gasas, no hacía nada por taparse. Se dejaba manosear el cuerpo sin dejar de mirar a la ventana. Estaba flaca, mucho. No como una anoréxica, pero cerca… Me dieron ganas de ir y proteger ese cuerpo maltratado.
Pero lo que aún me impresiona más todavía es mirar su cabeza: sigue pelona, como una bola de villar con dos enormes cicatrices que no se secan, claro que, ¿las de su corazón se cerrarán alguna vez? Presiento que no recuerda nada, ni siquiera que sepa quién es ella.

28 de julio

Es domingo; apenas hay gente hoy por los pasillos; es una paz reconfortante. Creo que Sandra siente ese silencio: se la nota relajada, sentada en el suelo junto a la venta, su lugar favorito. De vez en cuando, se pasa las manos por la cabeza, ¿qué pensará?... Me gustaría saberlo porque hoy al mirar por la ventana, ha puesto un gesto semi placentero, como al contemplar el día, hubiera olvidado la sensación que le produce tocar su cabeza; totalmente distinto. Se ha pasado el día lloviendo y he querido ver una sonrisa… Sé que la gusta la lluvia.
Pero en este plácido domingo ha habido algo más… Ha sonado música. Sí, han puesto música a Sandra era el Canon de Pachelbel. Dos veces ha sonado y Sandra ha llorado. Dulce, suavemente; increíble. Comienza a recuperar emociones a pasos agigantados

29 de julio

Hoy ha venido otro médico distinto y se ha sentado a charlar con Sandra. Ella le escuchaba atentamente, pero no ha hablado. Antes de irse, la ha entregado una agenda y un lápiz. Cuando se ha ido, Sandra lo ha dejado encima de la mesita y se ha ido a la ventana; no se ha movido de allí en todo el día. No ha comido apenas,


21 de septiembre

No he tenido ganas de escribir. Tampoco ha pasado gran cosa hasta hoy desde el intento de suicidio de Sandra; quiso tirarse por la ventana sin saber que esos cristales eran más fuertes que su cabeza. La curaron las heridas, la sedaron, la volvieron a atar y todo volvió casi al principio de la historia. Me deprimí y no he vuelto hasta hace un par de días. Me fui de acampada con unos amigos. Necesitaba alejarme de lo que se había convertido en mi obsesión. Cuando regresé, creía haber olvidado a Sandra. Preparé el examen, aprobé y cuando me sentía liberado de cualquier sentimiento que alterara mis entrañas, hace dos noches me desperté violentamente. Me vestí sin darme cuenta de lo que hacía y me fui a ver a Sandra.
Allí estaba. Nada había cambiado. Bueno, no. Hay un enorme tilo al lado de la ventana. Me ha dicho el mercenario que a la zumbada le gusta el tilo; se va a morir pero mientras se muere, la muchacha es feliz. Me ha molestado sobremanera el comentario de este indeseable… Comienzan a dejarla crecer el pelo, han desaparecido los hematomas de la cara y parece una niña… triste y desprotegida. ¿Hasta cuándo? ¿Por qué la mente humana es tan oscura? ¿Por qué el hombre es así?

17 de Octubre

Sandra camina por la habitación. Se para, se sienta en la ventana y trata de atrapar las hojas que descienden de los árboles. He preguntado al mercenario que me dé datos y sólo me ha dicho que se curará cuando ella quiera; efectivamente no recuerda nada de su vida.
Hoy, ha sido muy gracioso, ha llegado una enfermera y le ha llevado un oso de peluche. Se lo ha dejado encima de la cama. Sandra ni se ha vuelto a mirar, pero cuando ha reparado en el peluche, se ha levantado. Es viejo, está claro que no es un regalo. Sandra lo ha mirado largamente, después lo ha abrazado y ha arrancado a llorar. Ha entrado una enfermera a preguntarla si se encontraba bien. Con dulzura la ha respondido que sí y ha preguntado a la enfermera que si le gustaba su mascota; se llama Lucas… Memoria selectiva. Comienza a recordar.

20 de octubre

Hace un día de perros, pero a Sandra este tipo de días la fortalecen; no hay más que observarla. Con Lucas entre sus piernas, no hace más que escribir en su agenda. La ha venido a buscar y se la ha llevado una enfermera. Ha tardado en volver dos horas; ha llegado y se ha acostado. Sé que no dormía.

5 de diciembre


Por enchufe, comienzo a trabajar en una emisora. Una mierda lo que hago, pero como dice mi padre “Hay que comenzar por el principio”, así que no puedo venir lo que quisiera. De todas formas ya no la puedo ver todo lo que quisiera pues sale mucho de la habitación. Me ha comentado el mercenario que pronto la darán el alta. Sigue virgen de mente, escribe cuentos y pasea por el jardín. Sonríe a veces y… está preciosa.

24 de diciembre

He quedado con la panda para tomar una copa antes de cenar en el Curro. Cuando he entrado apenas podía avanzar de la gente que había. En una esquina he encontrado a Ramón, Paco, Edurne, Sofía, Álvaro y Nano. Ya llevaban una botella de cava encima y me han pedido que fuera a la barra a por otra.
Entre empujones he llegado a duras penas a alcanzar el mostrador. Cuando estaba esperando a que la camarera se dignara a mirarme, alguien por detrás me ha dicho:
-Por favor, ¿me podías alcanzar las servilletas?- me he vuelto y me he quedado petrificado. Unos ojos rasgados, del color de las hojas de otoño me miraban. Su pelo era corto y en su boca una sonrisa. En ese momento reconocí mis verdaderos sentimientos.
-Disculpa… Toma. Soy Pablo, ¡feliz navidad!
-Yo, Sandra. ¿Nos conocemos?

8 comentarios:

Anónimo dijo...

hay una canción preciosa de bruce que se llama independence day, en la que al hilo del 4 de julio habla de un nmomento de su vida en que se hace independiente, en que cobra libertad

me la has traído a la mente

un beso

s

Unknown dijo...

¡Vale! ¡vale!. No insistas...
PERO LA DE LA FOTO NO ES SANDRA.

- Hace seis meses que nos conocemos y esta es la primera vez que me sonries.

Te reto a que des continuidad a "las tiernas ramas de tilo" II.
Ahora si que comienzas en serio la tesis doctoral.

Un abrazo.

Pilar Moreno Wallace dijo...

Hacía tiempo que no pasaba por aquí. No te conocía este texto que me ha interesado mucho.

Juan Escribano Valero dijo...

Hola María de los Angeles:
Esta noche que tengo un rato me paso por tu blog para disfrutar con su lectura y aprender de la maestra.
Un fuerte abrazo

aapayés dijo...

Saludos por aquí visitándote pues al dirección mía tenia un error así te dejo la correcta..

saludos...

http://apayess.blogspot.com/

Perlita dijo...

¡Qué fácil parece que te resulta sacar una historia! Ésta tiene unos visos de realidad tales, que hasta parece como si hubiera ocurrido al vecino de tercero.
Cabe pensar que dejas, después de expuesto el drama, una ventana abierta a a esperanza...Muy bien. Los hechos, con la brutalidad que encierran aunque esten veladamente expuestos, son, por desgracia cosas que ocurren y destrozan la vida de las personas que los han sufrido...

Enhorabuena, Mª Angeles...Eres buena escribiendo...
Besos.

©Claudia Isabel dijo...

María Ángeles, me quedé prendida de tu historia...Excelente relato!
Un abrazo

misticaluz dijo...

Hola guapisima!. PAsando a saludarte y a leer tus nuevas entradas con mucho detenimiento (ahora me pongo a ello)

Te dejo un relajante abrazo!

Buen fin de semana!

PD: Mi blog no se actualiza con blogger, hay entradas recientes.

Besos!