domingo, 18 de enero de 2009

GRITOS EN LA NOCHE

Las primeras horas fueron desastrosas. Mi cabeza no quería comprender ni saber, y el cuerpo no se movía. La segunda fase, fue estar sobrevolando, mirar con indiferencia y sentir que todo aquello no iba conmigo. La tercera, fue cruel. Sonó el teléfono y una voz que no quería reconocer, me comunicó angustiada un problema. Yo contesté irritado ¿A mí qué me cuentas? -la voz desconocida insistía- “Tú eres el responsable, ¿qué hacemos?”La palabra responsable sonó como el maldito despertador cuando te saca del mejor de tus sueños, y no me quedaron más cachimbas que hacer un aterrizaje de emergencia. Acababa de llegar al aeropuerto de la realidad, mis vacaciones habían finiquitado sin yo querer ¡Qué falta de respeto! ¿Alguien me había pedido permiso? Deprimido, decepcionado y no sé cuántas sensaciones más, decidí que la mejor medida para esos casos era irse a dormir, descansar y comenzar al día siguiente desde cero. Nada más apoyar la cabeza en la almohada perdí la conciencia, pero un grito en la noche me despertó; era la voz de una mujer que repetía incesantemente "Sinvergüenza", y una música de fondo que acompañaba a la desdichada que, por cierto, era muy bonita y pegadiza, pero como la mujer no callaba, no pude aprenderme la letra del estribillo de la canción. Por arte de magia,el reloj marcó las doce, y tanto la voz como la música enmudecieron. Yo, de nuevo, caí en brazos de Morfeo.
La mañana siguiente la encaré como siempre, es decir, con humor aunque la rutina pretendiera envenenarme la sangre. Finales de agosto es un periodo adormecido, nadie quiere saber nada, y yo, menos. Así que la jornada de trabajo la reduje considerablemente y me encaminé a mi casa. Era fantástico, toda la casa para mí, la familia había decidido que con un pringado que trabajara era suficiente; todas las papeletas me las llevé yo, claro. Me dispuse a escuchar un poco de música y pensé que sería una gozada ponerla más alto de lo habitual, ya que nunca me dejan, siempre hay una pega para este capricho mío tan inocente. La tarde estaba cayendo, la luz que entraba por laventana era nostálgica, la cerveza fresquita, suponía un placer. Encendí la pipa despacio, saboreando el sabor dulzón del tabaco, el humo se expandía por la habitación ¡Qué goce! el que nadie viniera atocarme las narices con el olor, lo dañino y perjudicial del tabaco, sólo yo y mis circunstancias… Me decanté por un disco recopilatorio de Sade y subí el volumen, que se notara donde había un buen equipo y me senté. No llevaba más de diez minutos, y escuché: "Sinvergüenza, quieres martirizarme" ¡Ostras, Pedrin! La loca de anoche "¿Por qué me hacesesto, Manolo?" Estaba claro que la mujer estaba herida por algo que el tal Manolo se lo recordaba con música y se pensaba que yo, el de la música a toda pastilla era el Manolo, ¿no? Me dio pena y bajé el volumen. Al rato me fui a dormir y como la noche anterior, me dormí como un bebé, pero Manolo y la loca tenían el show diurno preparado, y a eso de una hora imprecisa, me desperté asustado; esa noche entre Manolo y yo la habíamos desquiciado más dela cuenta, porque sus gritos eran espantosos mientras que la música de Manolo seguía siendo de un gusto exquisito "Manolo, olvídame o mátame de una vez" Sinceramente, como ciudadano cívico que soy esa expresión me preocupó, y me tiré de la cama para detener un posible asesinato. En mi afán solidario, olvidé que con los calores, duermo en pelotas, y me asomé al balcón. De pronto, se hizo un silencio sepulcral, y me dije: "Pedro, se han matado uno al otro", pero al instante, la supuesta muerta, chilló: "Marrano, cerdo" Qué susto me pegué. Desde el balcón superior izquierdo, increpaba la chiflada, no a Manolo sino a mí. Yo en bolas, en medio de un asesinato. Bien podría pensar la policía que había sido un crimen con violación, y yo desnudo ante el mundo como único testigo/homicida. Me fui corriendo a la cama y me tapé hasta la cabeza, debía pretender que la sábana taponaría los chillidos de aquella mujer que decía: "Todos los hombres sois iguales, unos cerdos" Estaba claro que su obsesión era el género gorrino, mientras que la música de Manolo era una delicia ¡Lástima ser desperdiciada! En fin, la mujer olvidó mis pelotas y se enfrascó en el pincha discos… me dormí de aburrimiento y de cabreo, aunque mi subconsciente me decía: "Pedro, las mujeres no son así, son sólo cuatro que andan sueltas"
Al día siguiente me levante ¡Ay! cómo me levanté. Mi objetivo lo tenía muy claro: que el reloj marcara las cinco y saliera del trabajo; me iría directamente al Corte Inglés a la sección playera y me compraría una pistola, de agua, de las de verdad no tengo permiso de armas ni falta que me hace. Esperaría tranquilamente que anocheciera y cuando así fuera, pondría a todo volumen mi aparato de música, cargaría la pistola, y cuando la loca saliera a poner a caldo al pobre Manolo, Pedro Sotomayor saldría al balcón y la ahogaría con un chupinazo de agua ¿A qué suena de "puturrú de foie"? Pues ahí donde me veis, terminamos en chirona: la loca, el Manolo, otro que no sé quién era y el menda… y, de verdad, que no puedo entender qué falló.
El caso es que tal como estaba previsto, la mujer comenzó a chillar, yo enchufé la pistola en la dirección que creía que ella iba a estar, pero estaba otro, el que acabó con nosotros en los calabozos. Alguien tiró una lámpara, como el balcón estaba abierto, el de la loca, fue directo a la calle, justo en el momento que un calvo pasaba y se estrellaba contra su calva ¿Me seguís? El hombre, del impacto, se cayó al suelo. En esto, la loca ve lo que ha hecho, y se pone a chillar a Manolo, porque decía que era su culpa. Yo, venga a enchufar al del balcón superior izquierdo, y ¡Qué música más bonita sonaba! apesar de estar mojado, no perdía el gusto…Llegó la policía y todos a comisaría a prestar declaración. Resultados penosos: multa de mileuros a cada uno por alteración del orden público.
Desde luego, desde aquel día, ya puede chillar en medio de la noche María Santísima, que yo, como si no va la cosa conmigo. Se pueden despellejar entre ellos… Todo esto me ha venido a la cabeza porque estaba tranquilamente en casa cuando ha sonado el timbre de la puerta, y he abierto:
-Buenas tardes, ¿Me recuerda?
-¡Cómo no te voy a recordar, Manolo!
-No, yo no soy Manolo. Soy el otro perjudicado, pincha/discos deprofesión.
-Entonces, ¿Quién es Manolo?
-El actor que vive con la mujer que parece que chilla pero no grita. Ensaya su nueva obra de teatro, y aprovecha cuando yo preparo las mezclas para la discoteca, ya que tiene que estar gritando en casi todos los actos, ¿comprende? Así sus alaridos son amortiguados por mi música y no molestan a nadie.
-¡Ah!

6 comentarios:

calamanda dijo...

Deberías heber continuado con Morfeo y permitirte ir volando velozmente a cualquier rincón de la tierra.

¡Que ajetreo de noche! El final genial!

¡Ay! Los aviones...

Ahora te voy a mandar algo a tu correo para que te imagines que sigues volando con Morfeo.

Un beso.

CALAMANDA

aapayés dijo...

Muy interesante me quedo con tu viaje al corte ingles...

para encontrar lo encontrado...

saludos fraternos

~PakKaramu~ dijo...

Visiting you

Mayela Bou dijo...

No imaginas como me gusta leerte!
en compañía de un buen café a la media noche!
Un abrazo

misticaluz dijo...

Hola Mª Angeles, que tal? ESpero y deseo que sigas también como hasta ahora. Mira es que blogger no actualizaba mis entradas pero ni iede de porque no, de repente si, así que veremos lo que dura, jajajaja

Yo si me voy a poner al dia en leerte todo lo qeu tengo atrasado que son casi dos semanas, por trabajo casi no he podido visitarte, vamos a casi nadie, pero ahora aquí ya más relajadita estoy en ello.

Amiga un placer visitarte como siempre y sentirme tan bien como en casa.

Recibe un relajante abrazo y un besote!

Leo Zelada dijo...

Interesante tu blog.