sábado, 30 de mayo de 2009

DESDE EL ABISMO

… Está anocheciendo; se agradece que la luz se apague. Ha hecho un calor infernal aunque dentro de mí el frío helaba toda sensación de vida.
Llevo días, tal vez semanas, encerrado, durmiendo a todas horas y no he ingerido ni un solo alimento. Al principio me obligué, pero al ver que todo lo vomitaba me abstuve y mi cuerpo lo agradeció. Ahora mi estómago está tan vacío como yo mismo y agradezco esta sensación de abandono, de desconexión con todo.
El primer día descolgué el teléfono nada más que sonó; era mi madre con la voz tan angustiada que terminé yo consolándola a ella. Debe ser muy duro para un padre ver sufrir a un hijo y no poder hacer nada ni devolverle lo que la vida te ha robado.
La segunda vez que sonó, también lo descolgué como una autómata. Era mi hermano Pedro para echarme una charla sin sentido; sabía que ponía buena voluntad, pero su fuerte precisamente nunca fueron las palabras.
Después estuvo como una hora el teléfono mudo y cuando repicó, dude si contestar, aunque al final contesté. Me daba igual quien fuera, pero intuía que el que fuera, no quería que yo estuviera solo. El ser humano es inhumano, sin embargo, en los momentos estelares de la vida, una corriente interna hace despertar dentro de él la ternura, la solidaridad, el cariño y, por unos momentos, el hombre se transforma. Olvida el animal que lleva dentro y se transforma en persona. Con estos razonamientos contesté nuevamente. Era Javier, mi amigo del alma. Me habló con esa voz honda que le sale cada vez que quiere dar un toque de atención. Quería recordarme que el miércoles me pasaría a buscar a las ocho para ir a ver la final de la Champions. Con picardía me atacaba en mi debilidad. Pero cuando llamó a la puerta no abrí. A esas horas del veintisiete de mayo se me había parado el reloj y había desconectado con todo lo relacionado con la vida.
Mis ojos, mi cuerpo, mi alma estaban con ella, Sus manos rozaban mi piel con suavidad, como sólo sabía hacer Ana. Tras ella gritaba Guillermo diciendo “Papá tírame la pelota”… A mi lado dormía placidamente la pequeña María.
Con esas sensaciones tan gratas, tan familiares, me sumergí en el mundo de los sueños porque sólo quería atarme a lo que quería, y así pasó el tiempo hasta hoy en que he despertado a esta dimensión donde impera el vacío.
Y ahora cae la noche, irremediablemente trepa la oscuridad a hacerme compañía… Un ruido me ha sacado de mi abstracción; me he vuelto y he visto un bulto en el sofá del fondo del salón. Me he acercado cauteloso y la sorpresa ha sido mayúscula; Javier dormía plácidamente. Me he sentado en el suelo, frente a él a observarle. Su rostro aniñado cuajado de barba de hace días no le hacía más maduro. Su gesto era como él mismo: sonriente, confiado, generoso. Al cuello llevaba atada la bufanda del Barça, su equipo, el mío, el de mi hijo…
Como si sospechara que alguien lo estuviera mirando ha abierto lentamente los ojos y las últimas luces del día se han pegado a ellos; parecían un espejo.
-¡Hola, cabronazo!- ha dicho con voz infantil. No he respondido y me he limitado a sonreír. Llevamos juntos desde los tres años, no hace falta que nos hablemos; con mirarnos nos leemos.
-¿Quién ganó la Champions?- me pregunta.
-¿Cómo que quién ganó? Dímelo tú-le espeto indignado.
-¿Qué día es hoy?- su voz es pesada, como si le costara pronunciar cada palabra.
-Y yo qué sé. ¿Desde cuando llevas aquí?
-Vine a buscarte el miércoles veintisiete. Como no abrías, me fui a por las llaves a casa de tu madre. Entré, vi que estabas dormido, llamé a tus padres para que se quedaran tranquilos y me desconecté del mundo… Por cierto, ¿qué mierda es esa que te has tomado? Qué dolor de cabeza. Me tomé las pastillas que quedaban.
-¿Tú eres gilipollas? Son las pastillas de dormir de Ana. ¿Para qué te las tomaste?
-… Para encontrarte, cabronazo… ¿Qué día es hoy?
-¡Joder!, te he dicho que no lo sé.
-Llama a Telepizza. Tengo el estómago vacío y enchufa el vídeo. Vamos a ver el partido.
-¿Lo grabaste?
-Síiii…, para verlo juntos cuando volviéramos… Hijo de puta, llego a estirar la pata por la mierda esa que me tomé y te enteras de mí toda la eternidad. Trae unas cervezas.
-¡Gracias!... No sé si quiero seguir viviendo, Javier.
-No digas sandeces, tío. Lo superaremos juntos, no sé cómo, pero saldremos de ésta.
-¿Por qué, Javier?
-Por qué, por qué… No hay respuestas. Pasa y pasó, y te lo tienes que comer crudo o con cuscús, como te dé la gana. La vida es cruel, pero hay que echarla huevos… A ver, ¿por qué estoy yo en una silla de ruedas? Yo circulaba por mi carril, no iba deprisa, pero la moto patinó, choqué contra un coche, y aquí estoy clavado a ese carromato desde hace ocho años. Es inútil preguntarse por qué, Pablo…-su voz se ha apagado y con gesto rabioso se seca una lágrima furtiva.
-… Me he quedado sin nada- repito para mí mismo con afán de lamerme las heridas.
-Te has quedado sin familia como yo me quedé sin piernas. La puta carretera, coño… Es como una guadaña. ¿Sabes por qué aún estoy vivo? Por un hijo puta como tú. Te empeñaste y te empeñaste en que saliera adelante, y aquí estoy… Llama a Telepizza y deja de marear la perdiz. Es la hora de reemprender el camino.
-Voy…-le he contestado con desgana y me he puesto a llamar a Telepizza.

… Me he colocado la bufanda de mi hijo y, abrazado al peluche de María, me he puesto a devorar la pizza.
-¡Gollllllllllllllllllllll!... Ya tenemos el primero en el bote… Por cierto, ¿te funcionará bien la pilila, no? Cuando llegue el momento, habrá que ponerla en funcionamiento-me ha espetado la pregunta con la boca llena de pizza mientras me daba un codazo y me miraba con ojos de pícaro. No he podido por menos que soltar una carcajada… Con o sin ganas, he sentido que la vida volvía a rodar por mis venas.

6 comentarios:

José Luis López Recio dijo...

me ha encantado, mne alegro muchísimo de que hayas sacado una idea de uno de mis relatos. Por supuesto ha sido solo una chispita, tu has puesto todo. Me gyustan tus historias.
Saludos y feliz fin de semana

JARDIN HAIKU: El Arte de Vivir el Instante dijo...

Realmente Maria Angeles, tienes una capacidad fenomenal para escribir relatos.
te dejo mil besos y un millon de abrazos

la-de-marbella dijo...

Me has recordado a Marta y al vacio de días y meses enteros que su perdida me dejó. Queria leerte mas pero no puedo. Besos

aapayés dijo...

siempre es un gusto inmenso leerte..

te dejo mis saludos fraternos con mucho cariño
un abrazo inmenso
besos
que tengas un buen fin de semana

Anónimo dijo...

Bien por ese cierre, lleno de emoción. Un placer leerte.

Enrique Palacios dijo...

excelente relato. Me entretuve mucho al leerlo... sigue así :)


Un beso