lunes, 15 de febrero de 2010

A LA SOMBRA DEL AZAFRÁN

En las tardes de verano al caer el sol, una suave humareda de polvo se extiende a lo lejos del camino, es su hora. Poco a poco se ve dibujar la silueta entre el cielo y la tierra, en medio del anhelo y el espejismo. Ana se inventa el juego de las adivinanzas, qué otra cosa puede ver hoy que no fuera la de ayer se pregunta, pero siempre se equivoca porque aquel sombrero de paja y ala ancha se anticipa a sus deseos. Sí, es lo primero que Ana ve de Manuel, después, unos brazos arqueados con sus manos refugiadas en los bolsillos del pantalón, cree incluso percibir un cigarrillo clavado en la oreja visible. Su caminar es desgarbado, feliz y satisfecho, está segura que nada en este mundo le interesa más que andar por ese sendero abierto a los campos de la Castilla profunda, severa y austera como pocas.

Hay un momento en que el meandro hace una especie de pirueta y la visión de Manuel desaparece por breves instantes para resurgir tal vital o más que antes acompañada por los rayos fugaces de un sol casi dormido. Ya en ese momento Ana puede describir ciertos rasgos con tal nitidez que asombraría a la vista más sagaz. El tiempo y la tierra han surcado los mares del rostro de Manuel, no por eso se ven erosionados, no, ni muchísimo menos, muy por el contrario, le dan un aspecto de hombría latente y eso a Ana le produce una placentera sensación de intemporalidad.


Ya cerca, a escasos metros, él adivina sus deseos y se pone a silbar “La vida en rosa” Entonces Ana estalla en sonoras carcajadas, sabe que él adora su sonrisa... Ella conoce el afán de Manuel por agradar.

-¡Buenas noches, Anita! descanse usted bien.

-Gracias Manuel y usted que lo vea.

Una suave brisa de azafrán como estela de despedida.


… Ya van rumbo al infinito los pasos de ese hombre, mientras la mujer suspira satisfecha y sueña a la sombra de aquel aroma que un día sus deseos se harán realidad, quizá entonces pueda ver con los ojos que hoy no ven.

5 comentarios:

José Luis López Recio dijo...

Me ha gustado mucho. Ya tenía ganas de volver a leerte. He podido solucionar los problemas y estoy de regreso.
Un fuerte abrazo.

ALBINO dijo...

Eres la rosa del azafran con ritmo de zarzuela. Pero para que lo huelas mejor, lo palpes, lo incluyas en tus comidas y, sobre todo, te lo ofrezaca ese hombre que te gusta, acercate a la Vera de Cáceres. Allí está el mejor azafran del mundo y el monasterio de Yuste, pero en Carlos I no te fijes porque ya hace algún tiempo que murió. Hay otro más jovenes.
Un beso

Juan Antonio ( Amaneceres mios) dijo...

Que bonito es disfrutar de lo que no se tiene ,de lo que se desea ,de lo soñado.Tu imaginacion cre y recre momentos inolvidables para el alma.Casi siempre son mejores que la dura realidad. Yo he soñado tantos amores imposibles y he querido tanto en la sombra que muchas veces no hubiera querido ni despertar.me ha encantado compañera.

JULIO dijo...

NO HAY PROFUNDIDAD MÁS PROFUNDA QUE LA PROFUNDIDAD DE TUS OJOS CARGADOS DE AMOR PROFUNDO.


AMOR QUE VIVES AMORES, UN BESO.


JULIO.


PD.: ¿CÓMO LE VOY A PONER UN "PERO" A UN RELATO TAN MIRÍFICO?

José Ignacio Lacucebe dijo...

No me digas como me acerqué.
No me preguntes que hago hoy aquí.
Lo que te puedo decir es que entre tus letras se intuye una buena escritora.
Hasta pronto.