jueves, 9 de febrero de 2017

HISTORIA DE UNA NOVELA Y MIS INESPERADAS SEÑALES

El tiempo es denso cuando la espera es incierta, cuando tu hijo recala en unas primeras manos que las sientes doctoras y analizan a tu criatura. Días largos en que nada sabes pero cuentas las horas mientras tu cabeza se precipita a preguntas sin contestar.
No dejo de pensar que mis novelas nacen con duende o  un ángel protector que no deja de manifestarse para que no pierda el desánimo y tire “Palante” Yo lo llamo señales, nadie me cree, da igual.  Con Sevilla…Gymnopédies recibí una señal impactante. No estaba sola. Mi marido la vivió conmigo.
Mientras espero el día D y la hora H, distraes el pensamiento como puedes y hoy me he regodeado en cómo nace una novela, una historia. Son muchas fases, muchos registros, una labor de zapa con mucho trabajo por medio. Hay quien le lleva años escribir una novela. Mi experiencia es de un año aproximadamente trabajando cinco horas diarias incluidas fiestas de guardar, y exceptuando periodo vacacional en el que no dejas de escribir, de una manera distinta, pero sigues con ojo avizor y libreta en mano por si salta la liebre en cualquier esquina.
Lo mío comienza sin pies ni cabeza, como soy yo, pura vehemencia.  Mi segunda novela, Mujeres descosidas, se fraguó delante de un vino mientras esperaba a una amiga. Mirando el líquido ensangrentado, difuminado el color  de la sangre mientras dejaba olas transparentes por las paredes del cristal me dije “Una mujer que viaja en el tiempo” Sin embargo, la novela que ahora estoy escribiendo nació de un anciano al tropezarme con él en un parque. Él se fue a sentar a un banco debajo de una catalpa. Me enamoré de los dos, un flechazo instantáneo, corrí a casa, encendí el ordenador Y comenzó su singladura Catalpa Bunguei y Abelardo.
Es decir, una novela, para mí, no nace de una idea consolidada en tu cabeza sino se gesta a partir de un punto muerto, de un barro sin forma que cada día vas modelando. Ni tú mismo sabes qué pasará en el capítulo siguiente. Es una sensación mágica que va creciendo delante de tus ojos, cobrando forma, identidad, y realismo.
MUJERES DESCOSIDAS bien puede ser  thriller psicológico, es una novela doliente, una lucha encarnizada de una mujer contra sí misma. Una historia de supervivencia que, de humana, se convierte en real. Me costó meterme en el papel de Juana, la analicé del derecho y del revés, de arriba abajo, con ojos intrusos y críticos porque ese tipo de personas las rechazo de plano, pero por algo que desconozco ahí estaba dando vida a esa mujer. No fue hasta cuatro meses después de haber iniciado su gestación cuando un amigo me invitó a un Martini. Le había pedido documentación para la novela, a grandes rasgos le conté de qué iba la historia. Entonces se metió un momento en casa y salió con una pistola. Yo, jamás había cogido una pistola, la sensación me daba vértigo solo con tenerla delante de las narices. Mi amigo la depositó en mis manos, recuerdo que me temblaban. Cuando cayó ese peso sobre mis palmas, juro que me transmuté; acababa de recibir la primera señal. Era la misma pistola de la que había escrito días antes. Me fui a casa siendo Juana, Ángeles se había quedado en el limbo para no regresar hasta ocho meses después. A partir de ahí, mis dedos fueron unos cirujanos del alma de una mujer hundida en su propio caos, o la salvaba o moría sin liberación. Fueron horas, días, meses, de dolor, de sufrimiento ajeno que lo había hecho mío. Estaba obsesionada con Juana y su deriva emocional, obstinada en poner un tapón al vomitero de mis tres personajes para que no se fueran por el desagüe la esperanza, el motor de cualquier vida. Levanté muros de contención y di luz a unas vidas rotas con Regalito, Jesús y Úrsula, los otros personajes. Pocos meses después de aquella primera señal, recibí la segunda que me dejó noqueada un par de días. Mujeres descosidas gira en torno a trece cartas encontradas por Juana. Un día mi madre me pidió algo y tuve que abrir los cajones de su cómoda. De pronto, en el fondo de uno de ellos reposaba una bolsa de plástico marchitada por el tiempo que llevaba allí. Mi corazón comenzó a galopar como un loco sin rumbo. Me senté en el suelo a serenarme pues sin haber abierto aquella bolsa, mi intuición me decía lo que había dentro. Esa noche despejé mis dudas; abrí la bolsa y encontré trece cartas. Mi duende me había mandado su segunda señal.
Antes que se despegue de las manos del autor, cada novela vive sus propias fases en el periodo de incubación y gestación. Las letras queman kilómetros de horas. Unas veces fructíferas otras dolorosas y muchas pérdidas. Pero llega el día del epílogo, del punto final. Es un instante despiadado, agotador y terco, en el que te sientes autor para bien o para mal de una vida que has creado a fuego lento, eres el artífice de dar vida o muerte.
Pase días con el ordenador apagado, pero en un amanecer lo volví a encender, grabé la novela en un pincho y me fui a imprimirla. Tenía los ojos limpios, la conciencia en paz, la mente despejada. Me puse un vino, descorché cigarrillos y desde la distancia comencé a leer. Un día entero sola, en Valladolid, frente a frente descuartizando con mis ojos cada renglón, husmeando con la cabeza la belleza emocional o no de cada personaje. Cuando leí el último renglón, paré, ¡seré tonta!, estaba llorando como alma en pena, me había enamorado de la historia.
El amor, no siempre llega por el mismo camino. Sus designios son inescrutables.

P.D. Hace una semana, recibí la tercera señal. Mujeres descosidas se presenta en Madrid el 16 de marzo, una fecha como otra cualquiera. El editor me dio a escoger entre varios días y no dude ni un instante en el día 16. Cuando lo comenté con unas personas allegadas me preguntaron “¿Sabes de quién era el cumpleaños el 16 de marzo?”… Me explicaron; era el cumpleaños de la hermana que no tuve. Apenas la traté, no hubo ocasión pero siempre pensé que era un ángel entre tanta barbarie en la que le tocó vivir sus cortos años.

Para muchos serán casualidades. Para mí no.

3 comentarios:

PEPE LASALA dijo...

Me ha parecido impresionante Mª Ángeles, pero lo mejor de todo ha sido la P.D. Arte literario por los cuatro costaos. Un fuerte abrazo y buen fin de semana.

Ricardo Tribin dijo...

Querida amiga Ma.Angeles.

Que bello es cuando uno se identifica tanto con lo que inscribe.

Eres genial.

Un abrazo y un beso.

Juan Pedro Martín Escolar-Noriega dijo...

Definitivamente tengo que leer tu novela, Ángeles.