sábado, 12 de octubre de 2019

HISTORIAS OLVIDADAS

Hoy, al abrir el ordenador, he visto una carpeta llamada Historias olvidadas; la he abierto y visto su contenido…Al alba, cuando comienzo mi peregrinaje por el mundo internauta, suelo fijarme en artículos de lo más variopinto, pero todos ellos con un calado humano. En total, tenía guardados once. Uno de ellos, cuenta el periodista que se ha hecho una película, no sé si se habrá estrenado; la historia es preciosa…
Imaginaros que nos montamos en una corbeta. El barco se llama María Pita. Corre el año 1803, un 30 de noviembre cuando zarpa del puerto de La Coruña con 37 pasajeros, de los cuales hay 22 niños en edades comprendidas entre dos y diez años. Criaturas ilegítimas, abandonadas nada más nacer en tornos de conventos, puertas de iglesias y establos, o huérfanos de padre y madre. Son traídos de la casa cuna de Santiago de Compostela, de la inclusa de Madrid y de la misma Coruña.
Poco a poco la Torre de Hércules, el faro más antiguo de occidente, se desdibuja, y os preguntaréis, ¿a dónde van? A combatir la viruela que ha diezmado ciudades enteras provocando la muerte y, en el mejor de los casos, ceguera o marcas faciales de por vida.”El método consistía en inocular el pus de una vesícula de viruela vacuna en el brazo. En el barco, se les inoculaba a los niños por parejas, se les haría esa incisión en el brazo y se les inocularía a lo largo de la travesía el pus con el virus. Iban a transmitirlo de brazo a brazo, y así, en cadena, regalarían la inmunidad al mundo con el fin de salvarlo. Los niños deberían ser bien tratados, alimentados y educados, A cada uno de ellos se les procuraron ropa y sus correspondientes mudas tanto de verano como de invierno, dos pares de zapatos, pañuelos para el cuello y la nariz, un sombrero, un peine y un juego completo de cubiertos y platos”
¿Quién cuidaba a estas criaturas? Isabel, mujer instruida: sabía leer, escribir y también manejaba los números. Ese extraño matiz, que la hacía brillar entre las demás chicas de aldea que huían del hambre y la pobreza, yendo a servir a las ciudades. Isabel fue a trabajar como niñera en la casa de un rico comerciante coruñés, y pese a quedar embarazada, por su diligencia permaneció en la casa hasta que fue llamada por el Orfanato de la Caridad de La Coruña. Al poco tiempo se convirtió en la rectora, demostrando su buena mano como enfermera, cuidadora y administradora. Y de ahí, a recibir el encargo de cuidar y velar por la salud y el bienestar de huerfanitos que portarían la vacuna, viva, en su organismo.
El rastro de esos peques se pierde en el Nuevo Mundo y yo quiero soñar que les fue bien.
©Largas tardes de azul ©Al otro lado del tiempo ©Mujeres descosidas ©Sevilla...Gymnopédies
PD Información extraída de un artículo de Laura Garófano

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